CUANDO EN EL ANTIGUO CASTELLÓN DE LA PLANA SE CULTIVÓ ARROZ. Por Víctor Manuel Galán Tendero.

06.08.2023 12:29

               

                Para muchas personas, las tierras del litoral valenciano están asociadas al cultivo del arroz, que en muchos países ha dispensado grandes beneficios alimentarios. De hecho, se ha explicado la magnitud de la población de China e India gracias a sus cosechas.

                Tal maná pasó a la Europa mediterránea, y en la Baja Edad Media fue cultivado en el reino de Valencia. En una época de dificultades, las de la hambruna y la enfermedad, el arroz podía ser una poderosa ayuda para las afligidas poblaciones que dirigían sus miradas al cielo. Sin embargo, el caso de Castellón de la Plana y de otras áreas valencianas nos muestra que muchos lo consideraron una maldición.

                En 1233, Jaime I ordenó a Giménez Pérez de Arenós el trasladó desde el monte de la Magdalena al palmeral de Burriana de una nueva fundación, la villa de Castellón de la Plana, que todavía a día de hoy conmemora el acontecimiento. Dentro de sus términos territoriales, sus vecinos podían aprovechar espacios como los de los marjales para plantar arroz, algo que al parecer hicieron de forma temprana. Los terrazgos del Fadrell, un pequeño señorío de la orden de Santiago dentro de los términos castellonenses, se convirtieron en un importante enclave arrocero. La orden fue autorizada por el rey Pedro IV a su cultivo en 1380.

                Se ha considerado que sus buenos rendimientos ofrecían suculentas ganancias comerciales, lo que sería un importante activo para la joven villa. Sin embargo, su cultivo fue prohibido por el rey en 1342 al ser considerado contrario a la salud, asociándose con los humedales que favorecían las fiebres tercianas.

                Semejante prohibición fue adoptada en distintas ocasiones a lo largo del tiempo: en 1357, junto a la condonación de algunas deudas municipales; en 1375, tanto en la huerta como en otros espacios de regadío; en 1381, 1386 y 1387 por las mismas autoridades municipales; hasta en dos ocasiones en 1388, bajo pena de cincuenta sueldos a cada infractor; en 1403, haciéndose extensiva a todo el reino de Valencia, al igual que en 1448 y 1457.

                Las reiteradas vedas del último tercio del siglo XIV coincidieron con la dura situación del reino de Valencia tras la guerra con Castilla, cuando muchas localidades intentaron recuperar población y salir de la pobreza con la venta de productos con buena acogida en el mercado. En verdad, la asociación del cultivo del arroz con la enfermedad perduró durante mucho tiempo. A finales del siglo XVIII, Antonio José Cavanilles sostuvo:

                “Escogieron para arrozales los sitios hondos y casi pantanosos muy cerca del mar: empezó el cultivo, y muy pronto se vició la atmósfera; siguiéronse efectos tan funestos, que la humanidad  y la justicia se armaron contra este enemigo (…). No pudiéndose sufrir el estrago que causaba el arroz, se prohibió su cultivo, y desde aquella época empezó la felicidad renaciendo la salud, la abundancia de producciones y el aumento de población.”

                Tal opinión se mantuvo en el siglo XIX.

                De todas formas, las reiteradas prohibiciones vienen a demostrar su fracaso. El arroz continuó cultivándose, y la orden de Santiago logró fugaces autorizaciones para el Fadrell en 1417, 1436 y 1447. Autores como Pau Viciano han hablado de la posible expansión de su cultivo en la segunda mitad del siglo XV, protagonizada por labradores acomodados (los terratenientes), capaces de trabajar de manera intensiva con sus propias fuerzas y recursos. Los terratenientes del Fadrell trataron de hacer valer sus derechos ante la justicia real en 1530, pero no lo consiguieron. Mantuvo Bernardo Mundina en 1873 que el plantío del arroz acabó cesando y se restableció la salud pública.

                Curiosamente, Martí de Viciana no citó el arroz entre los productos cultivados en el Castellón de la Plana de mediados del XVI. Tampoco se hizo mención expresa del mismo en las peticiones castellonenses de las Cortes de 1626 y de 1645, cuando la villa pretendió el tercio diezmo del fruto de sus marjales. Entre las grandes áreas arroceras del territorio valenciano del XVIII ya no se encontraba Castellón de la Plana. Su cultivo se reanudaría mucho más tarde. En el ínterin, otros cultivos como el del cáñamo (también sometido a restricciones por razones sanitarias) ganaron el protagonismo que podía haber conseguido.

                Fuentes.

                Antonio José Cavanilles, Observaciones sobre la historia natural, geografía, agricultura, población y frutos del reino de Valencia. Edición de 2002, Valencia.

                Cortes del reinado de Felipe IV. II. Cortes valencianas de 1645. Edición de Lluís Guia, Valencia, 1984.

                Libre de ordinacions de la vila de Castelló de la Plana. Edición de Luis Revest, Castellón de la Plana, 1957.

                Bernardo Mundina, Historia, geografía y estadística de la provincia de Castellón. Edición de 1988, Barcelona.

                Pau Viciano, “Els llauradors i el cultiu de l´arròs”, Senyors, camperols i mercaders. El món rural valencià al segle XV, Catarroja-Barcelona, 2007, pp. 55-79.