En tiempos de los Austrias, muchos franceses comerciaron en el reino de Valencia, donde no pocos tomaron vecindad con el tiempo. Su presencia fue importante, y se dedicaron a numerosas actividades, algunas relacionadas con la artesanía.
Su integración en la sociedad local fue dispar, pues mientras algunos se casaron con naturales del reino, otros mantuvieron con mayor fuerza sus vínculos con Francia. Sus éxitos despertaron frecuentes envidias, y las guerras hispano-francesas complicaron su situación más de una vez.
El 24 de mayo de 1667, Luis XIV ordenó atacar los Países Bajos españoles, con la excusa que la dote de su esposa, la española María Teresa de Austria, no le había sido pagada. La agotada monarquía hispana volvía a encontrarse en guerra.
El gobierno de la reina regente Mariana de Austria tomó diversas medidas. Los franceses pasaban a ser considerados enemigos y así se notificó a los distintos virreyes y gobernadores.
El virrey de Valencia, el duque de Sanlúcar Diego Felipe de Guzmán, promulgó al respecto un bando el 23 de agosto de aquel año.
Al ser vasallos de Luis XIV, los franceses podían intentar novedades peligrosas, que debían prevenirse.
Ninguno, con independencia de su condición social, podía portar armas o tenerlas en sus casas, bajo pena de cinco años de galeras y sanciones pecuniarias. Sin embargo, los franceses que hubieran tomado vecindad podían disponer de espadas permitidas.
Todas las armas que tuvieran los franceses deberían de ser entregadas en el plazo de tres días, tanto en la capital como en el resto del reino, también so pena de cinco años de galeras y sanciones pecuniarias.
Volvía a plantearse el desarme de un grupo considerado hostil para la seguridad del reino de Valencia, lo que no dejó de alimentar la fobia anti-francesa, que alcanzaría hasta la guerra de Sucesión al menos.
Fuentes.
Sebastián García Martínez, Valencia bajo Carlos II: bandolerismo, reivindicaciones agrarias y servicios a la monarquía, Valencia, 1974.
