EL DESARME DE LOS MUDÉJARES CREVILLENTINOS. Por Víctor Manuel Galán Tendero.

21.01.2021 16:29

               

                En 1420, las gentes de la gobernación de Orihuela estuvieron a punto de matarse entre sí. El asesinato en su quinta del oriolano Gil de Miralles y su esposa y el secuestro de sus tres hijos por espadadores mudéjares de lino, uno de Crevillente y otro de Novelda, encendieron las iras de los cristianos de la demarcación.

                El señor de Novelda, don Pedro Maza, se mostró muy poco complaciente con las pesquisas de los de Orihuela en sus dominios. Se llegaron entonces a congregar importantes fuerzas cristianas de la gobernación y del vecino reino de Murcia, prestas a dirigirse contra las comunidades mudéjares acusadas de proteger a toda clase de salteadores o collerats.

                Finalmente, don Pedro tuvo que ceder ante tal despliegue, pero supo maniobrar y movió sus amistades para esquivar lo peor. El baile del reino de Valencia Joan Mercader, muy próximo al rey Alfonso V, terció en tan espinoso asunto.

                Los que también se vieron inmersos en aquel torbellino fueron los mudéjares de Crevillente, entonces del señorío de la ciudad de Barcelona, con una pésima reputación entre las comunidades cristianas cercanas. El malestar también fue intenso entre los mudéjares del valle del Vinalopó, con importantes cargas fiscales, y muchos de Aspe y Elda pretendieron marcharse a territorio de la Granada nazarí. El azote del bandolerismo, en aquella situación, resultaba endémico.

                Bajo la supervisión del baile Joan Mercader, se procedió con no pocas limitaciones a desarmar a los mudéjares crevillentinos. A la altura de 1423, se aprehendieron catorce ballestas, treinta y ocho lanzas, treinta y seis dardos, nueve aljabas y 801 martinetes o mazos. Para una población de unos 385 habitantes en 1419, con 111 varones mayores de dieciséis años, era un importante arsenal. Aunque los ballesteros resultarían peligrosos, los maceros avezados en las tareas agrarias no dejarían de ser menos temibles.

                Tales armas fueron llevadas a Alicante y Orihuela, de la forma más segura, pero el temor a los mudéjares proseguiría durante largo tiempo.

                Fuentes.

                ARCHIVO DEL REINO DE VALENCIA.

                Maestre Racional, Cuentas de la bailía de Orihuela-Alicante de 1424-30, 4551.