EL MISTERIO, TESORO DE LA HISTORIA DE ELCHE.

14.08.2017 11:25

                

                Desde el siglo VI las comunidades cristianas conmemoraron el paso de la vida corporal a la eterna de la Virgen María, misterio que en el siglo VIII sería conocido definitivamente como el de la Asunción, denominación que se impuso a la de la Dormición o del Tránsito. Siglos más tarde, el Papa Urbano IV (1261-64) recomendó la Asunción como fiesta patronal.

                El ciclo mariano o el de los misterios con que fue agraciada Santa María por Dios Padre era uno de los ciclos festivos cristianos junto con el cristológico y los santorales. La celebración de la Virgen de Agosto dio pie a representaciones teatrales paralitúrgicas, de considerable valor didáctico de cara a la feligresía, como los dramas asuncionistas de Tarragona de fines del siglo XIV y los de Valencia de inicios del XV.

                Hoy en día ya no se representan, a diferencia de lo que acontece con el Misterio de Elche, que ha alcanzado un justo reconocimiento cultural. Acerca de su antigüedad se ha escrito mucho y se han ido formulando distintos planteamientos. Óscar Esplá sostuvo que databa de 1266, según un documento que había visto, lo que vincularía su arranque con la devoción a Santa María expresada por Jaime I. Otros autores, como Mercedes de Gaibrois, la pusieron en relación con la figura del infante don Juan Manuel, que fue señor de Elche. Una conocida y popular tradición, que se remonta a comienzos del siglo XVIII, refiere que la noche del 28 de diciembre de 1370 apareció en la costa del término ilicitano un arca que contenía la imagen de la Asunción y el consueta u ordenación de su celebración, expresamente destinada a Elche. Más recientemente, Joan E. Pellicer y Luis Quirante han argumentado que el Misterio dataría de finales del siglo XV a lo sumo. La primera mención documental segura que han encontrado data de 1523.

                Las funciones paralitúrgicas teatrales ya se representaban en Elche antes de aquella fecha. El municipio, como poder público con amplias atribuciones, se encargaba de regularlas e incluso de costearlas. En 1487 se acordó que en la fiesta del Corpus se escenificaran los entremeses o piezas en un solo acto de Adán y Eva, los Santos Padres, San Juan y Abraham a modo de itinerario ilustrativo. Se representaban acompañados de las rocas o carros con figuras religiosas y alegóricas. No tenemos constancia, a diferencia de lo que sucedería en la ciudad de Murcia, de la separación entre la procesión matinal y los entremeses de la tarde, que atrajeron a muchas gentes.

                La representación del Misterio está asociado a la basílica de Santa María. En su solar se emplazó una mezquita que recibió la consagración episcopal para habilitarla como templo cristiano. En 1334 se emprendieron obras que darían pie a la construcción de un nuevo templo de estilo gótico de cuatro tramos. A partir de 1492 se inició el alzado de la iglesia descrita por Cristóbal Sanz como de una sola nave y de importante altura, muy apta para la escenificación del Misterio. Entre 1673 y 1784 se erigió el edificio de estilo barroco que hoy en día podemos contemplar.

                A consecuencia de las obras, se tuvo que representar a veces en la ermita de San Sebastián, a cincuenta metros de Santa María. De allí precisamente sale el cortejo de la Virgen el 14 de agosto.           

                En tiempos de la Contrarreforma la celebración del Misterio cobró impulso, coincidiendo con la expulsión de los moriscos de tierras valencianas. En 1609 el municipio se encargó expresamente de la fiesta y designó para el cortejo a dos ciudadanos honrados en su representación, acto en el que también participaba el arcipreste de Santa María. Sin lugar a dudas era un acto de afirmación ciudadana en una localidad subordinada al señorío de los Cárdenas. Aquel mismo año se impuso para costear la fiesta una sisa o contribución sobre las ventas de seda y sosa.

                La participación de los seglares no puso en cuestión la autoridad sacerdotal, ya que los papeles de San Pedro, el Ángel Mayor y Dios Padre fueron interpretados por sacerdotes. Dentro del templo se cuidó la escenografía y en 1625 se dispuso tapicería y árboles en las columnas de las capillas laterales, a la derecha de la nave, para representar las estaciones del huerto de Getsemaní, la Cruz y el Santo Sepulcro.

                El Misterio, no obstante, despertó ciertas sospechas de ortodoxia en la España de la época. En 1625 Gaspar Soler Chacón tuvo que reportar una copia del consueta, de gran valor para los historiadores, a la Inquisición de Orihuela. A instancias de los ilicitanos, el Papa Urbano VIII emitió en 1632 un rescripto prohibiendo cualquier molestia que perturbara su celebración.

                En el siglo XVII la Granada o la Mangrana sustituyó a la Nube como acceso a la gloria celestial de la Virgen. De 1709 se conserva el consueta más antiguo del Misterio, que en 1740 alcanzó una gran popularidad en el reino de Valencia. Por aquel tiempo ya formaba parte inseparable de las señas de identidad de Elche.