LA ESTIMADA VIRGEN DE LOS DESAMPARADOS.

10.05.2015 00:37

                La devoción a la Virgen de los Desamparados está muy arraigada en tierras valencianas.

                Su culto arranca a principios del siglo XV del mercedario Joan Gilabert Jofré, preocupado vivamente por el cuidado de los enfermos mentales.

                En 1440 se fundó la cofradía consagrada a ella para ocuparse de los cuerpos de los ajusticiados en la ciudad de Valencia. Con los siglos la basílica de la Mare de Déu sería la última estación de los condenados a muerte hasta llegar al cadalso. Ante ella los sentenciados por el Santo Oficio harían penitencia pública con el sambenito de las dos aspas.

                En los momentos más amargos los valencianos se encomendaron a su protección. El 11 de julio de 1648 le dieron las gracias por liberarlos de la peste, en el invierno de 1671 le rogaron por el fin de la sequía y en el otoño por el cese de las lluvias torrenciales, del 31 de julio al 2 de agosto de 1691 le pidieron quietud ante tanta guerra y amenaza de rebelión, y en 1695 solicitaron su ayuda ante el desbordamiento que anegó la Huerta.

                En agradecimiento la ciudad de Valencia le consagró una notable basílica, cuya primera piedra fue puesta el 15 de junio de 1652 por sus jurados y el arzobispo fray Pedro de Urbina. El 13 de mayo de 1667 se celebraron las fiestas reales por la traslación de su imagen a la nueva capilla, con vivo interés de la reina regente doña Mariana de Austria. Sermoneó con gran éxito el canónigo Melchor Fuster.

                Pronto la basílica se convirtió en un referente social de los valencianos, especialmente visible en las celebraciones por la coronación de los nuevos reyes y en fiestas tan multitudinarias como las del segundo domingo de mayo, en la que todas las Amparo tienen tanto que celebrar.

                Fuente: Memoria escrita, historia viva. Dos dietarios valencianos del seiscientos. Ignacio Benavent y José Agramunt. Edición de Emilio Callado y Alfonso Esponera, Valencia, 2004, pp. 29, 53, 63, 87, 120, 122, 124, 126, 171, 175 y 176.