LA GRAN CIUDAD DE ORIHUELA. Por Víctor Manuel Galán Tendero.

13.09.2019 18:23

               

                “Algunos se admiran de ver que una tierra como ésta sea tan falta de gente teniendo  tanta y tan buena huerta y tales y tan fértiles campos. Muchas causas se pueden dar.” Así se expresaba mosén Pedro Bellot sobre su amada Orihuela a comienzos del siglo XVII. Décadas antes Rafael Martí de Viciana brindaba un cuadro más halagüeño de una ciudad y de su tierra, la actual comarca de la Vega Baja, que a día de hoy padece la furia de la inundación del temporal. Desde aquí todo nuestro afecto a sus gentes y recordar, al menos, su gloria en estos difíciles momentos.

                “La ciudad de Orihuela dista de la ciudad de Valencia treinta leguas y es el extremo del reino. Su término es contornado de la mar, de Cartagena, de Murcia, Yecla, Jumilla, Habanilla y el marquesado de Elche. Y así tiene doce leguas de longitud y seis leguas de latitud, en las cuales hay de huerta seis leguas de largo y una de ancho por la ribera del famoso río de Segura. Esta huerta es muy fructífera y de grandes cosechas de frutos, de donde se infiere que Orihuela deriva de Auriolla, como si dijera, olla de oro y, por ende, los vulgares tienen por refrán Llueva o no llueva, que trigo cogen en Orihuela. El río que nombramos Segura tiene el apellido porque su nacimiento es en la sierra de Segura, a cuarenta leguas de Orihuela.

                “La fundación de esta ciudad está en la ribera del río, al pie de un fuerte castillo, del cual es alcaide don Guillem de Rocafull. Es castillo de homenaje y de los importantes del reino, y se guarda de día y se vela de noche. Junto al castillo hay una boca de cueva toda sahumada, de la cual sale el viento tan caliente que no sufre el brazo meterse en ella mientras se reza un credo. En las vertientes del monte del castillo fue la población antigua, según las apariencias de los edificios y después ha sido mudada donde ahora está, en lo llano y a la larga, con tres arrabales y con dos mil cien casas de vecinos.

                (…)

                “Junto a la ciudad hay en el río muchos azudes de piedra y diez molinos harineros con catorce muelas, y dentro de la ciudad veinte hornos para cocer el pan. Y el río Segura, que ciñe por la mayor parte de la ciudad, que todas estas cosas son mucha parte de la fuerza de ella. Este río nombráronle los antiguos Estabero, según recita Florián Campo. En esta ciudad y su término hay estos pueblos: la ciudad; Callosa, con su castillo; Catral; Almoradí y la fuerte villa de Guardamar, que son cuatro aldeas de la ciudad; Redován, de don Luis Santángel; Cox, con su castillo, de mosén Joan Roiz; la Granja, de don Juan de Rocamora; Albatera, de don Enrique de Rocafull; Benejúzar, de mosén Francisco Martín; la Daya y Rojales, de mosén Luis Masquefa. Y en todos estos pueblos hay tres mil y cuatrocientas casas de vecinos, y cógense en estos términos, de trigo, cincuenta mil cahíces; cebada, doce mil cahíces; vino, ciento cincuenta mil cántaros; seda, cuarenta y cinco mil libras; lino,  veinticinco mil arrobas; cáñamo, dieciséis mil arrobas; barrilla y sosa, de las dos especies, doscientas y treinta mil arrobas; aceite, garbanzos y otras legumbres, arroz, adaza, panizo, algarroba y otros muchos frutos; raíces de orozuz, tanto que se cargan navíos por mar y carros por tierra en mucha suma. Y en el monte cogen  grana y esparto, miel y cera y muchos ganados. Y a la marina tienen las grandes salinas nombradas la Mata, donde se cuaja mucha sal y se cargan muchos navíos para otras partes. Más, hay otras salinas nombradas del cabo de Cerver, que son de las más crecidas salinas de España y por toda la ribera de mar hay muy buena pesquera y de mucho pescado.”

                Rafael MARTÍ DE VICIANA, Libro tercero de la Crónica de la ínclita y coronada ciudad de Valencia y de su reino. Edición de Joan Iborra, Valencia, 2002, pp. 436-445.