LA GUERRA DE LAGUAR, UN FRUSTRADO INTENTO DE LIBERTAD MORISCA. Por Víctor Manuel Galán Tendero.

29.08.2020 11:02

                Desde hacía muchas décadas, la Monarquía hispana se enfrentaba a la cuestión de los musulmanes oficialmente convertidos al catolicismo, los moriscos, que han suscitado un sinfín de estudios y publicaciones. Recientemente se ha reconocido que los de varias comunidades asimilaron usos culturales de la sociedad dominante cristiana, pero a comienzos del siglo XVII se les contemplaba por las autoridades hispanas como una amenaza, cómplices incluso de las incursiones de argelinos e ingleses. Según esta visión, secundarían una segunda pérdida de España. La desarticulación de la Granada morisca y el desarme de las comunidades valencianas no aportaron una mayor sensación de seguridad.

                El 9 de abril de 1609 se firmó en Amberes la tregua de los Doce Años con las Provincias Unidas y el 22 de septiembre del mismo año el virrey Caracena anunció el decreto de expulsión de los moriscos del reino de Valencia. Se ha venido apuntando la conexión entre ambos acontecimientos, pues la firma de aquélla liberó fuerzas para el Mediterráneo.

                La expulsión de los moriscos fue una operación militar compleja y meditada. En mayo se apercibieron las fuerzas estacionadas en Italia, que se concentraron a mediados de agosto en Mallorca. Paralelamente, se desplegaron las guardias de Castilla. Se hizo acopio de bizcocho en Barcelona, Alicante y Cartagena. En el prudente militar Agustín Mejía se depositó el mando de todo el operativo.

                Se temieron resistencias, pero muy al principio la noticia no fue mal acogida por los moriscos, vista por algunos como una verdadera liberación. Sin embargo, las nuevas de malos tratos inferidos a los primeros expatriados alteraron la situación. En el área montuosa de la actual provincia de Alicante la población morisca era numerosa y allí se hicieron fuertes los resistentes. En la Vall de Alcalá expulsaron a su alcaide cristiano. A los primeros insurrectos se les unieron los moriscos de Pego, Gallinera, Laguar, Ebo y Guadalest. La villa cristiana de Murla se encontró aislada. A 27 de octubre su fuerza se radicó alrededor del castillo de Pop, donde la colina de la Silla del Cavall Verd había concitado leyendas y profecías que anunciaban un mundo más halagüeño para los moriscos.

                Al parecer se concentraron de 20.000 a 30.000 personas, con unos 8.000 varones en edad de combatir. Pronto se dieron una autoridad propia, la de un rey de Laguar, que recayó en Milleni de Guadalest, un molinero de cincuenta años. Fue asesorado por su propio consejo de guerra, que regía una cadena de mando que comprendía de mayor a menor el maestre de campo, el capitán, el alférez y el sargento. Se adoptó el sistema militar de los tercios españoles, creándose con los moriscos recién llegados cinco compañías suplementarias.

                La fuerza se regiría por el estricto Fuero de Argel, pero apenas contaba con 500 armas de fuego, fundamentalmente pistolas y escopetas, con escasos arcabuces y solamente dos mosquetes. Con la ayuda del morisco Tagarino, de origen aragonés, se elaboraría pólvora y un cerrajero compondría de la mejor manera las armas.

                El número de los alzados y su posición recomendaba prudencia a sus oponentes. Mejía situó tres compañías del tercio de Nápoles en Jávea, Benisa y Teulada al principio y después ordenó avanzar posiciones hacia la expuesta Murla, con la intención de cortar las comunicaciones mediterráneas e inducir a la rendición. No se arredraron los moriscos y Mejía ordenó avanzar desde Alicante a Callosa d´en Sarrià al tercio de Sicilia y al de Galeones, a la par que las milicias municipales cercanas se movilizaron.

                A 21 de noviembre se atacaron las posiciones moriscas, reforzadas con trincheras. Sus defensores llegaron a contraatacar, pero las tropas de Mejía se desplegaron. Una parte se situó al pie del castillo de Pop y la otra en Laguar. La ocupación de las seis fuentes del peñón más elevado de la Silla fue determinante, al provocar una gran sed.

                En los combates el rey Milleni cayó y fue sustituido por Ybaxan, que se tuvo que enfrentar a la rendición del 29 de noviembre. La guerra de Laguar tocaba a su fin. No pocos moriscos fueron esclavizados y su sueño de libertad quedó deshecho.            

                Fuentes.

                Gaspar Escolano, Décadas de la Historia de la insigne y coronada ciudad y reino de Valencia (proseguida por Juan Bautista Perales), 3 volúmenes, Valencia, 1878.