LA PRESIÓN NAZARÍ Y LA AMPLIACIÓN DEL REINO DE VALENCIA. Por Víctor Manuel Galán Tendero.

25.12.2019 16:32

                A finales del siglo XIV, las espadas se mantenían en alto entre los reinos de la península Ibérica. Aragón no se resignaba a verse relegada por Castilla de la hegemonía hispánica y Granada a ser reducida a la mera condición de tributaria, a la espera de su conquista. En la suerte peninsular también se mostraban muy interesados otros poderes, como los benimerines del Norte de África y los franceses. En aquellos días nada hacía presagiar el resultado de 1492 y en medio de tal disputa política se llevó a cabo la ampliación hacia el Sur del reino de Valencia. La incorporación final del mediodía de la actual provincia de Alicante a tal reino siguió un camino tortuoso, muy determinado por la presión de la Granada nazarí.

                En 1295 los granadinos de Muhammad II, emir que no se resignaba a ser un segundón de la política ibérica, se encontraban en guerra con Castilla, que entonces no pasaba por su mejor momento. La minoría de edad de Fernando IV coincidió con una notable efervescencia nobiliaria, que venía del reinado de Alfonso X, lo que tentó las ambiciones de Jaime II de Aragón, que se lanzó contra las tierras del entonces reino de Murcia, que comprendía los municipios de Alicante, Elche y Orihuela, entre otras entidades locales. En 1296 aragoneses y granadinos se aliaron contra su común enemigo castellano.

                El acercamiento era más aparente que real. Jaime II conocía bien las conexiones granadinas con la corte del benimerín Abu Yaqub, que pretendía el dominio del Estrecho. La presencia en territorio valenciano y murciano de importantes comunidades mudéjares también le daba mayores razones de preocupación. Con parte importante del territorio murciano conquistado, el monarca aragonés destacó a inicios de 1300 a su enviado Pere Desprat ante Alonso Pérez de Guzmán, el reconocido defensor de Tarifa. Los rumores de acercamiento diplomático de la corte de Fernando IV a los benimerines y a los granadinos eran muy fuertes, cuando los recursos de tierras catalanas y aragonesas no pasaban por su mejor momento tras los esfuerzos de campañas anteriores.

                Cuando los castellanos realizaron su ofensiva en Murcia, Jaime II no dudó ni un momento a comienzos de 1301 en invocar a ayuda de los mudéjares del valle de Elda, todavía en el reino de Murcia, y del reino de Valencia. La suerte de ambos territorios se encontraba entrelazada.

                El 7 de abril de 1302 falleció el valeroso Muhammad II y su hijo, el tercer emir del mismo nombre, prosiguió su política. Aunque a inicios de 1302 se volvió a concertar un nuevo tratado entre Aragón y Granada, que reconocía la posibilidad de comerciar mutuamente con garantías, la confianza mutua no pasaba por sus mejores momentos. Jaime II se aseguró que la guarnición de cuarenta hombres del castillo de Alicante fuera dotada anualmente con 5.000 sueldos, la de veinticinco de la Calahorra de Elche con 3.500 y la de cien de la fronteriza Lorca con 12.000.

                La toma de Bedmar en 1303 por los granadinos a los castellanos no evitó el pacto final entre Muhammad III y la corte de Fernando IV de Castilla. Se temió que los nazaríes descargarían una ofensiva contra el mismo reino de Valencia y Jaime II mandó a su enviado Francesc Despí a lograr la ayuda del mismísimo Abu Yaqub para neutralizar al granadino. En junio de aquel mismo año el procurador general de Valencia Bertrán de Canelles y el baile general Bernat de Llibia armaron galeras contra los granadinos.

                El 21 de agosto de 1304 se firmó la Sentencia Arbitral de Torrellas, que reconoció el dominio de las ahora tierras alicantinas a Jaime II, que no pudo quedarse con la ciudad de Murcia y el resto de su reino. Sin embargo, la paz no llegó a nuestra área. En septiembre los granadinos atacaron con fuerza Denia, Jávea, Alcoy, Alicante y Elche, en un verdadero alarde de poder militar. Los cristianos locales, todavía poco numerosos en comparación con otros territorios, contaban con medios defensivos limitados y muy agotados por los años de requerimientos.  En 1305 preocupó la actitud de los mudéjares valencianos, además del mal estado del estratégico castillo de Játiva y de otros puntos, a despecho de las asignaciones reales. Con todo, el almirante Roger de Lauria, señor de Alcoy y Cocentaina, había conseguido el retorno de grupos mudéjares que habían marchado con los jinetes granadinos.

                Muhammad III se encontraba en el cénit de su poder y en 1306 intervino en las luchas dinásticas de los benimerines. Tomó Ceuta, lo que le animó la alianza de todos sus rivales contra él. En 1307 Jaime II proyectó la guerra contra Granada, de gran coste económico, y solicitó al Papa Clemente V el diezmo eclesiástico. Entonces, el procurador general de Valencia Gombau de Entenza le avisó de la concentración de cuatrocientos jinetes granadinos en Vera para atacar sus dominios. Algunos cristianos, como el traidor Bertomeu Belsa, habían informado al emir nazarí del plan de formar una armada para descargar contra Almería, uno de los grandes puertos granadinos. El arráez de Crevillente lo confirmó.

                Con  todo, a Muhammad III se le intentó tranquilizar diciéndole que la armada iba contra Cerdeña, otro de los objetivos de la política mediterránea de Jaime II. No sirvió de nada, pues dispuso en Vélez 2.000 jinetes y 8.000 infantes en junio de 1308. Se previno a los alcaides de fortalezas como las de Orihuela y se animó a los alicantinos a abandonar su vila nova por razones de defensa. Claramente necesitaban la ayuda de otros.

                El 25 de junio de 1308 se incorporaron oficialmente Alicante, Elche y Orihuela al reino de Valencia, con una serie de particularidades legales. Aunque la empresa almeriense de Jaime II fracasó, el ambicioso Muhammad III fue depuesto en 1309 por su hermano Nasr. Su política no rindió los frutos esperados, pero condicionó fuertemente la ampliación meridional del reino de Valencia.

                Bibliografía.

                Àngels Masià, Jaume II: Aragó, Granada i Marroc. Aportació documental, Barcelona, 1989.