LA PROHIBICIÓN DE COMERCIAR VALENCIA CON EL ENEMIGO.

29.09.2017 16:34

 

                La razón política y la razón económica han discrepado vivamente con frecuencia. Los reyes tomaron represalias contra los enemigos del reino, que los comerciantes encontraron insufribles. El contrabando, en consecuencia, se practicó con intensidad. Conscientes que muchos burlaban las prohibiciones, se impusieron tributos sobre los productos o las cosas vedadas para no perder más dinero ni cierta sensación de control. Sin embargo, las circunstancias políticas y militares auspiciaron la aplicación de medidas que perjudicaban a la economía.

                Los dominios de Felipe II conformaban un complejo imperio, de gran heterogeneidad económica. El régimen de monopolio comercial de las Indias no forjó un imperio cerrado sobre sí mismo, susceptible de aplicar bloqueos continentales al modo napoleónico. La economía de los reinos españoles estaba muy conectada desde la Baja Edad Media con los de la Europa de más de los Pirineos, como sucedía en el reino de Valencia.

                A finales de su reinado, Felipe II se encontraba enfrentado a una coalición formada por los Países Bajos rebeldes, Inglaterra y la Francia de Enrique de Borbón. El esfuerzo militar fue considerable en el territorio continental y en el Atlántico, y vino acompañado de represalias económicas, de prohibición de trato mercantil, que alzó no escaso descontento.

                Los jurados o autoridades municipales de la poderosa ciudad de Valencia prefirieron canalizarlo de manera circunspecta y oficial, coincidiendo con una coyuntura económica difícil. El 17 de diciembre de 1596 dirigieron una carta al Consejo de Aragón.

                La prohibición de comerciar con los barcos de Francia, Bretaña (así diferenciada) y Alemania había provocado una carencia de pesca, lencería y otras vituallas como nunca se había visto. La importancia del llamado pan del mar y de los textiles era evidente.

                Para intentar cambiar la voluntad real, a través del Consejo, se acudió a la bajada de las rentas reales y a las sisas que las sufragaban. La cuestión se abordó en el Consejo el 21 de enero de 1597, pero el dilema se plantearía en lo sucesivo muchas veces, pues ambas razones se encontraron con frecuencia divorciadas.