LA UNIÓN DESAFÍA AL AUTORITARISMO REAL.

20.06.2015 18:21

                El descontento político había cundido en el reino de Valencia en la primera mitad del siglo XIV por las exigencias tributarias de una monarquía empeñada en una costosa política de expansión en el Mediterráneo y en la península Ibérica. Las haciendas municipales se endeudaron fuertemente para atender a lo requerido y el principal peso de la carga recayó en las gentes más modestas. El consenso entre el rey y sus vasallos, el llamado pactismo, se había visto seriamente enturbiado.

                En la populosa e influyente ciudad de Valencia el malestar se hizo especialmente visible en el 1347, coincidiendo con una acusada carestía bajo el gobierno del autoritario Pedro el Ceremonioso, que también tenía que enfrentarse a una fuerte oposición en el reino de Aragón.

                A principios de aquel año el rey don Pedro declaró heredera a su hija Constanza sin contar con las Cortes, alterando el orden sucesorio y privando de poderes a su hermano don Jaime de Urgel. Por encima de todo se trataba de una notable muestra de desprecio hacia las leyes e instituciones del reino de Valencia.

                Para frenar al autoritarismo real la ciudad de Valencia convocó un parlamento o reunión de los tres brazos en mayo, y el 1 de junio proclamó la Unión o agrupación para rectificar el proceder regio. Los nobles residentes en la ciudad, excluidos del poder municipal, no se sumaron a la iniciativa, pero los infantes don Jaime y don Fernando sí.

                Los unionistas valencianos estrecharon sus relaciones con los aragoneses, pero no lograron el respaldo del principado de Cataluña, que en esta ocasión siguió el partido real. Dentro del propio reino obtuvieron las simpatías de muchas localidades y de las villas del realengo de Alcira, Sagunto y Castellón. En la baronía de Cocentaina y en los dominios de la orden de Montesa el unionismo tuvo claros tintes antiseñoriales. En su contra se alinearon Játiva, Burriana, Villarreal, Morella y Alpuente bajo el mando del gobernador don Pedro de Jérica.

                Unionistas como el hombre de leyes Joan Sala y el mercader Bernat Redon defendieron la instauración de instituciones de control del poder real como un juez general de contrafueros, especie de tribunal constitucional que pusiera en vereda toda agresión a las leyes del reino. En el consejo real también deberían sentarse destacados unionistas para evitar decisiones erróneas.

                El diálogo entre los dos partidos fracasó y en diciembre de 1347 se rompieron las hostilidades. El infante don Jaime había muerto, pero los unionistas se alzaron con la victoria en las batallas de la Pobla Llarga y de Bétera.

                Por el contrario la expedición real terminó en fracaso y el mismo rey terminó retenido en la ciudad de Valencia por los unionistas, que se mofaron de él y le obligaron a aceptar sus exigencias en los meses de marzo y abril de 1348. La Unión parecía haber triunfado.

                La epidemia de peste negra, sin embargo, lo alteró todo. El rey obtuvo permiso para escapar de la ciudad y en junio sus seguidores derrotaron a los unionistas aragoneses en Épila. Mientras tanto los elementos más radicales se hicieron con el control de la ciudad de Valencia bajo la capitanía de Joan Sala.

                Las fuerzas reales derrotaron en Mislata a los unionistas y el 10 de diciembre de 1348 entró en la capital Pedro el Ceremonioso, que se mostró implacable. En las Cortes de 1349 abolió todo elemento unionista. Los municipios que habían seguido su causa fueron multados y no pocos de sus partidarios ejecutados. A Joan Sala se le obligó a beber el bronce fundido de la campana de la Unión de la Casa consistorial.

                Fuente: Diplomatari de la Unió del regne de València (1347-1349). Edición de Mateu Rodrigo Lizondo, Valencia, 2014.

                 

                Representación del poder real según los gustos cortesanos e historiográficos bajomedievales en la Corona de Aragón.