LA VALÍA DE LAS NOTICIAS EN DÍAS DE LUCHA. Por Víctor Manuel Galán Tendero.

25.07.2020 20:37

 

                Los movimientos políticos y militares habidos en la Península durante el siglo XIV fueron seguidos con gran atención por las autoridades del reino de Valencia, como es bien lógico, pues cualquiera de aquéllos podía repercutir en el resto de elementos del espacio de juego, a modo de las bolas del billar.

                La información era tan importante que se asociaba al poder y la ciudad de Valencia contó con una extensa red de personas que dispensaron noticias de toda laya, desde los activos comerciantes a las figuras cortesanas más encumbradas, en buenos tratos con sus prohombres.

                A su vez, la capital valenciana transmitía tal información entre las otras localidades del reino, demostrando su superioridad y su buena fe. La conexión con Játiva era clave para enlazar con Orihuela, esencial para conocer lo que sucedía en la Murcia castellana e incluso en la Granada nazarí.

                A 5 de febrero de 1375, el gobernador de Orihuela y los jurados de aquella localidad se dirigieron a las autoridades de la ciudad de Valencia. Tenían sospecha que compañías extranjeras estuvieran atacando el reino, sin ser oportunamente informados, con el consiguiente peligro.

                Parece ser que entonces las noticias no fluyeron con la suficiente celeridad desde Játiva y los jurados valencianos se aprestaron a tranquilizar e informar a los preocupados orcelitanos.

                Ninguna fuerza había irrumpido en el reino, pero compañías formadas por franceses, castellanos e incluso delincuentes, en número de cuatrocientas lanzas y unos mil quinientos infantes, incursionaron hasta la cercana área de Teruel.

                Por aquellos días todavía no había concluido la delicada negociación entre la corte de Aragón y la de Castilla para solucionar sus diferencias de años, mientras el infante de Mallorca había irrumpido con sus tropas en el Norte de Cataluña.

                Supieron los diligentes informadores de los valencianos que las compañías del infante habían intentado pasar a Castilla por Haro, pero tuvieron que retirarse al no permitírselo las autoridades castellanas, no deseosas de mayores complicaciones. Sin embargo, su esposa había llegado con sesenta lanzas de caballería a Almazán, donde se negociaba el matrimonio entre la infanta de Aragón y el heredero de Castilla.

                A lo largo de aquel año de 1375 la situación no pasó a mayores, hasta el punto de desencadenarse una guerra tan dura como la librada con Pedro I de Castilla, pero los valencianos permanecieron con sus antenas a la expectativa, conscientes de la importancia que entraña una noticia.

                Fuentes.

                Agustín Rubio, Epistolari de la València medieval, Valencia, 1985. Documento 80, pp. 224-225.