Junto a los dominicos, los franciscanos destacaron en la Historia de la Iglesia Católica del siglo XIII. Surgieron en una Europa golpeada por la pobreza urbana y las disputas religiosas, y lograron ganar el favor de los poderosos de su tiempo.
La expansiva Corona de Aragón, tan convulsionada por las guerras contra los cátaros, atrajo pronto la atención de los franciscanos. Se ha sostenido que San Francisco visitó Barcelona en 1214, pero lo cierto es que en 1226 la orden ya se estableció en la ciudad de Gerona.
Ya antes de la toma de Valencia, dos franciscanos llegaron a los dominios de Jaime I, Juan de Perusa y Pedro de Sassoferrato. Quisieron predicar a los musulmanes, y desde Teruel se dirigieron a tierras valencianas, donde fueron ejecutados en 1228.
En 1239, los de San Francisco se establecieron en la ya conquistada ciudad de Valencia, fuera de la muralla, al lado del camino que se dirigía a Ruzafa. Los franciscanos, de hecho, distinguieron en 1240 los territorios de la Corona de Aragón como una de sus tres provincias en Hispania.
Su popularidad creció en los años sucesivos. Desde 1251 comenzaron a recibir importantes legados por vía testamentaria. Requeridos por las autoridades de Murviedro (la actual Sagunto) en 1259, al año siguiente tuvieron que ampliar su cementerio en la ciudad de Valencia, donde gozaron de gran popularidad entre los zapateros, curtidores, sastres y alfareros.
Más allá de la capital del reino, se establecieron en 1272 en Morella, y en 1295 contaron en Játiva con un hostal y un huerto fuera de las murallas, también por el interés de sus autoridades municipales. Su expansión fue pareja a la de la afirmación del nuevo reino de Valencia.
Para saber más.
Robert I. Burns, El regne croat de València. Un país de frontera al segle XIII, Valencia, 1993.
