NEGOCIACIONES PARA RENDIR VALENCIA. Por Víctor Manuel Galán Tendero.

08.10.2020 12:51

               

                La toma de Valencia por Jaime I fue el fruto de la presión militar y de la no menos importante actividad diplomática. A don Jaime no le interesaba que sus nobles le tomaran la delantera y a Zayyán terminar completamente aplastado. Entre ambos se entablaron negociaciones, que se complacieron en consignar en el Llibre dels feits.

                Cerca de la víspera de San Miguel de 1238, según informa la misma Crónica, Zayyán mandó un mensajero con la propuesta de salvoconducto al musulmán de Peñíscola Alí Albaca para tratar con el mismo Jaime I.

                El rey lo autorizó. Con la ayuda de intérpretes o trujamanes, las negociaciones se llevaron a cabo confidencialmente, pues muchos deseaban que la ciudad de Valencia prosiguiera en manos musulmanas que pasara a don Jaime. Solamente la reina doña Violante tuvo conocimiento de las mismas. Ella consideraba que los nobles querían ante todo acrecentar su patrimonio, como se había demostrado en otros castillos que pretendieron para sí.

                Alí Albaca volvió para recibir la respuesta favorable a los tratos. Zayyán podría entonces mandar a su sobrino Rais Abu Famalet, hombre de gran autoridad. Acudiría con el salvoconducto pertinente y protección al amanecer del día siguiente. Don Nuño Sánchez y don Ramón Berenguer de Áger terminarían acompañándolo, mientras tanto proseguían los lances caballerescos entre ambos contendientes.

                La comitiva musulmana llegó ante don Jaime, al que quiso mostrar sus respetos el enviado. Se hicieron los cumplidos pertinentes y se ofreció hospitalidad al musulmán.

                En su mensaje, se quejó Zayyán de no entender la enemiga de Jaime I, que replicó que cuando se encontraba en la campaña de Mallorca atacó el musulmán Ulldecona. Tampoco había satisfecho durante la infancia de Jaime las quintas o parias de Valencia y Murcia y al ser requerido al pago de 100.000 besantes solamente pagó la mitad.

                El enviado defendió lo mejor que pudo su posición, pero Jaime I conocía el daño infringido tras la batalla del Puig a las fuerzas de la Valencia islámica. Puestas las cartas sobre la mesa, la reina se incorporó a las negociaciones secretas.

                Anunció sin ambages que había acudido a Valencia para tomarla, pero deseaba evitar derramamiento de sangre y sufrimientos. Al tercer día, llegó la respuesta. Zayyán sabía que sus fuerzas eran limitadas. Pidió que los musulmanes pudieran salir con sus pertenencias muebles (como las ropas), protegidos hasta Cullera. La reina lo vio con buenos ojos y don Jaime lo concedió.

                A partir de entonces, ordenó al arzobispo de Narbona comenzar el reparto de los bienes que se iban a ganar. Poco después, se enteraron los nobles, que no dejaron de expresar su malestar. Sin embargo, la ciudad de Valencia iba a ser tomada según lo dispuesto por Jaime I.

                Fuentes.

                Jaime I, Crònica o Llibre dels feits, cc. 271-284, pp. 255-264. Edición de Ferran Soldevila, Barcelona, 1982.