ORIHUELA SE ENFRENTA A LA PESTE. Por Víctor Manuel Galán Tendero.

04.04.2020 15:43

               

                Las epidemias han marcado con dureza la vida social de muchas comunidades a lo largo de la Historia, incluidas las actuales.

                Las cifras de fallecidos siempre nos han sobrecogido, por razones tan evidentes como humanas, aunque la historiografía debe de manejar con suma cautela los datos numéricos del pasado. A comienzos del siglo XVII, el gran historiador Pedro Bellot sostuvo que en la epidemia de peste que asoló Orihuela en 1430 cayeron mil personas en pocos días, cuyo número exacto no especificó. Un cuadro de mortalidad catastrófica que se repitió en 1440 con diez defunciones diarias. El balance de la epidemia concluida en 1509 fue de cinco mil personas, según el mencionado autor. De la magnitud de la tragedia da idea que en el Vecindario de 1505 la localidad tenía unos 1.900 vecinos, sobre unos 8.500 habitantes. En sus abandonadas calles crecieron las hierbas.

                El miedo hizo presa entre aquellas gentes, otra reacción tan humana como comprensible, y en 1430 muchos de los habitantes de Orihuela abandonaron la localidad. En este caso, el confinamiento consistió en el refugio en casas de campo, por parte de los más pudientes, e incluso en marchar a lugares no afectados por la enfermedad. Tal fue el temor al contagio que la elección de oficios municipales del 1440 peligró por el fundado temor a congregarse.

                Las medidas de aislamiento se tomaron en circunstancias tan adversas como las provocadas por la peste, como hizo Orihuela en 1494 ante el brote de la enfermedad en Guardamar, que afectó a otros puntos de los reinos de Valencia y Murcia. De 1507 a 1509 el mal volvió a hacer estragos en las tierras de Orihuela.

                Se acudieron a remedios tanto divinos como mundanos para hacerle frente, con un conocimiento científico de la enfermedad ciertamente frágil. El municipio de Orihuela votó en 1490 la celebración de la fiesta de San Abdón y San Senén (30 de julio). Se concertó en 1508 la asistencia del boticario Juan Vives con un salario de quince sueldos. Como los ánimos también eran vitales, don Pedro Mata iba cantando por la localidad folías o las tonadas alegres de las danzas pastoriles, tan del gusto de su época. Las gentes no solo escucharían lúgubres responsos.

                Aquellas durísimas circunstancias nos permiten comprobar el ingenio y el deseo de vivir de las personas por encima de todo. La Historia es bien humana.

                Fuentes.

                Pedro BELLOT, Anales de Orihuela, 2 vols. Edición de Juan Torres Fontes, Murcia, 2001.