RASTREADORES DE BANDOLEROS, UNA OCUPACIÓN DE RIESGO. Por Víctor Manuel Galán Tendero.

25.08.2020 17:32

                 

                Perseguir bandoleros ha sido una tarea arriesgada, especialmente cuando han gozado de poderosas complicidades locales. En 1622 asolaban las tierras de Alicante los de la partida de Salvador Berenguer y de Francesc Berenguer de la Gitana.

                Contra la misma se alzó una verdadera contrapartida, formada por distintos particulares. El comisario real Francesc Lluís Arinyo encomendó la tarea a Alfonso Blanco, entonces capitán de la milicia efectiva de la universidad de Muchamiel, que contó con la colaboración de Antoni Planelles (de la misma localidad) y de Francesc Mora de Elda.

                 En la misma también se enrolaron Luís Berenguer el Soldado, el notario de Muchamiel Jaume Planelles, Pere Seva de Agost, Gaspar Rico (yerno del notario Marc Aracil), Pau García y Blai Boie. Conocían bien los caminos e iban bien armados. El mismo Pau García, que llevaba un silbato para dar los avisos oportunos, emponzoñaba a modo sus balas.

                Los Berenguer eran poderosos en el área de la huerta alicantina y despertaban no poca animadversión entre algunos vecinos de Muchamiel. El combate que se iba a librar tuvo mucho de enfrentamiento entre paisanos, muy propio de aquella época.

                De noche, partieron los perseguidores de la ciudad de Alicante. Ni en Agost ni en Petrer encontraron rastro de los bandoleros y desde allí decidieron seguir sin cabalgaduras. Las ocultaron convenientemente y prosiguieron armados con petos y escopetas.

                Se fueron emboscando en las sierras de Salinas, Elda, Monóvar y Sax por cuevas, fuentes, casas aisladas, hatos de pastor y eras. Así estuvieron dos días y dos noches, sin apenas dormir ni comer. Al no dar con aquéllos, bajaron a Monóvar, donde la partida de los Berenguer tenía buen acogimiento, refugiándose de continuo en unas casas derrocadas, cercanas a su castillo.

                Dejaron los perseguidores a uno de espía en las inmediaciones del castillo y descendieron a la villa Francesc Mora, Antoni Planelles y Pere Seva en vanguardia. Esperaban dar con los bandoleros en casa del gobernador, de Jeroni Pérez Sastre o en otras incluso.

                Tuvieron evidencias que se encontraban en la segunda y determinaron asaltarla con toda la compañía. En la puerta principal se aprestaron tres personas y otros tres en su puerta falsa. Para vigilar las otras casas, pidieron refuerzos al justicia de Monóvar.

                Los bandoleros no se dejaron atrapar y huyeron por un postigo. Abrieron fuego contra sus perseguidores. Salvador Berenguer primero disparó con una escopeta larga. La arrojó a continuación a tierra y volvió a abrir fuego con celeridad con otra. Antoni Planelles fue herido en el costado gravemente, destrozándole la propia escopeta que portaba, pero a Pau García le tocó la peor parte: lo hirieron mortalmente en el vientre mientras empuñaba una pistola corta.

                Los bandoleros se alejaron hacia la sierra a través de la huerta, sin que sus exhaustos perseguidores pudieran darles caza. Retornaron maltrechos a la villa de Monóvar, donde a duras penas curaron sus heridas con la ayuda de un cirujano. En la casa donde se ocultaban aquéllos encontraron capas y colchones.

                Vencidos, retornaron. A Antoni Planelles lo llevaron hasta su domicilio de Muchamiel en un carro, asegurando su cuerpo con cuerdas. A Pau García lo depositaron muerto ante la plaza de las cortes de justicia de Alicante. La persecución había terminado en sonado fracaso de los desdichados rastreadores.

              Fuentes.

                ARCHIVO DE LA CORONA DE ARAGÓN.

                Consejo de Aragón. Legajos 0583, nº 009.