SANCHO VII DE NAVARRA Y LA FRONTERA VALENCIANA. Por Víctor Manuel Galán Tendero.

15.06.2020 10:34

                Cuando murió Sancho III en el 1035, la monarquía de Pamplona era el principal poder de la Hispania cristiana. Siglo y medio después, el predominio navarro había pasado a la Historia. Castellanos y aragoneses hicieron planes de reparto del encajonado reino, al que se le iban escapando las posibilidades de expansión a costa de Al-Ándalus, cuya frontera cada vez se distanciaba más de su alcance.

                Sus caballeros no se arredraron y Pedro Ruiz de Azagra ganó Albarracín en el 1168 con el aliento de Sancho VI de Navarra. Su hijo y sucesor, Sancho VII el Fuerte, no desdeñó este camino. Tras la batalla de las Navas de Tolosa, supo aprovechar sus recursos financieros, fruto en gran parte de la administración de los bienes reales.

                Ofreció a los caballeros en aprietos económicos dinero a cambio de sus fortalezas. A don Pedro Iñíguez de Araciel le prestó en 1214 unos 3.000 sueldos alfonsíes con la garantía del castillo de Alocaf u Olocau, cercano a Morella. De no satisfacer la suma, se quedaría con el mismo. Aunque el poder almohade había recibido un duro golpe en las Navas de Tolosa, todavía aguantaba y Sancho VII consideró oportuno tomar posiciones en el área del sistema ibérico, al modo de los aragoneses y castellanos, apuntando hacia tierras valencianas. Era una estrategia que ya habían seguido sus antecesores Pedro I y Alfonso el Batallador, cuando navarros y aragoneses seguían al mismo rey.

                Perseveró Sancho VII en esta línea y el Papa Honorio III, gran impulsor de la V Cruzada, le confirmó la posesión de los castillos de Olocau, Alehedo, Mallo, Peña de Aragón, Abengalbón y Arcediello (emplazado en la actual comarca turolense de Gúdar-Javalambre). La elección de este sector era acertada, pues años después Blasco de Alagón iniciaría la conquista de Valencia con la toma de la cercana Morella.

                Lo cierto es que en los años venideros Sancho VII no emprendió por aquí ninguna acción militar, pues se decantó por otras empresas: la de Alcácer do Sal en 1217 y la de apoyo a la cruzada del arzobispo de Toledo, de origen navarro, Rodrigo Jiménez de Rada en 1219.

                Curiosamente, en vísperas de la acción de Blasco de Alagón y con Mallorca ya conquistada a los musulmanes, don Sancho concertó en 1231 pactos de prohijamiento con Jaime I de Aragón, de gran interés para acometer una campaña contra la Valencia islámica. A cambio de 100.000 sueldos, el aragonés le empeñó Castielfabib y Ademuz. Para garantizar sus comunicaciones con otros puntos, Sancho VII logró el castillo de Chodes de don Pedro Fernández de Azagra y llegó a varios acuerdos con Teruel y Zaragoza.

                Sancho, sin embargo, se encontraba por entonces recluido por la enfermedad en Tudela y moría el 7 de abril de 1234 a los ochenta años. De haber gozado de la edad y las energías de los días de las Navas de Tolosa quizá la Historia hubiera sido diferente. Jaime I tampoco alcanzaría el trono navarro y ningún monarca de aquel reino sería ya señor de tierras valencianas, aunque muchas de sus gentes tomaran parte activa en su conquista.

                Bibliografía.

                José María Lacarra, Historia del reino de Navarra en la Edad Media, Estella, 1975.