UN LUGAR PARA EJERCER LA MEDICINA Y RECUPERAR LA SALUD. Por Víctor Manuel Galán Tendero.

27.10.2019 16:31

                El siglo XVII fue un tiempo de peste y otras enfermedades, que mantuvieron en alerta a las gentes de Europa. Los municipios, entonces dotados de importantes poderes, contrataron médicos en la medida de sus posibilidades, que aplicaron con mayor o menor ciencia su saber, todavía muy imbuido de clasicismo. Los médicos, por entonces, se distinguieron de los más prácticos cirujanos, considerados una categoría mecánica e inferior según los cánones del Antiguo Régimen. Pretendieron aquéllos oficios municipales como los doctores en leyes y tuvieron que decidir en asuntos de tanta relevancia como los efectos sobre la salud de una obra de regadío o la declaración de un estado de peste, con gran impacto sobre el comercio.

                Los médicos dominaron el arte de la solicitud, según usos muy cortesanos, cuando deseaban una plaza municipal. El 26 de enero de 1686 el médico Francisco Morató la requirió de la ciudad de Alicante con tales modos. Como buen peticionario, comenzó tirándose ceniza sobre sí mismo, en gesto de obligada y estudiada humildad, digno del buen cristiano del Barroco. Su demérito e impericia eran claras, habiéndose desengañado de su condición.

                Tales defectos no le impidieron manifestar su amor por Alicante, en términos rotundos, su amada cuanto venerada patria. Reconocía las dificultades para restituirse allí, con dolor de este imposible. El municipalismo avanzaba parejo a la empleomanía.

                Alicante ya ejercía a ciertos niveles sociales como una estación termal y un balneario, pues en agosto 1688 el obispo de Cuenca Alonso Antonio San Martín, hijo natural de Felipe IV y de Mariana Pérez de Cuevas, gozó de sus saludables aires nativos, restableciéndose de sus dolencias. Vivió hasta 1705, falleciendo a los sesenta y nueve años. Ciudad comercial con muchas personas de paso, Alicante ya se insinuaba como un lugar donde restablecer la salud.

                Fuentes.

                ARCHIVO MUNICIPAL DE ALICANTE.

                Cartas recibidas de 1665 a 1704, Armario 11, Libro 11.