CASARSE CONTRA VIENTO Y MAREA.

08.07.2019 23:03

                Las disputas por las damas fueron frecuentes en la Europa Moderna, pues casarse con una rica heredera otorgaba fortuna, reconocimiento e influencias sociales. Los magnates desplegaron elaboradas estrategias matrimoniales, en las que el cálculo tuvo un peso muy superior a los sentimientos personales. A damas como doña Constanza de Perellós se les intentó apartar de un pretendiente no deseado, pero la tozudez y habilidad del mismo lograron burlar todas las prohibiciones.

                El valenciano don Bernat Guillem Català de Valeriola, fundador de la Academia de los Nocturnos, nos ha dejado una interesante Autobiografía en la que no se abstuvo de consignar con laconismo las circunstancias de su matrimonio con aquélla. Católico del tiempo de la Contrarreforma y servidor de la Monarquía, supo componérselas para alcanzar sus propósitos maritales.

                Un día de Todos los Santos de 1586 comenzó a galantear o festear a doña Constanza, en contra del parecer de su padre don Giner de Perellós e incluso de sus mismos parientes. La hostilidad entre ambas familias era evidente. El mismo virrey de Valencia y el Consejo de Aragón, movidos por las presiones, desaconsejaron la relación. Tales advertencias sirvieron de poco y Bernat Guillem concertó matrimonio con la muchacha.

                Ni corto ni perezoso, el 13 de enero de 1588 entró a las cuatro de la tarde en casa de su amada. El escándalo fue notable en la ciudad de Valencia. El juez de la Corte del Justicia Jerónimo Pasqual lo detuvo y condujo a prisión a eso de las tres de la madrugada. Allí fue visitado por varios caballeros, buscándose una salida honorable.

                Mientras tanto, doña Constanza era retenida en la casa de la señora de la Torre, doña Leonor de Calatayud y de Llorís. Sin embargo, tal situación duró poco, en vista de la entrada pública del pretendiente. El 25 de enero se desposó con ella, oficiando el canónigo de Tarragona y oficial del arzobispo Juan de Ribera, Agustín Fraxa. Así se componía el honor al modo de su tiempo.

                Con todo, el recién casado tuvo que retornar a prisión, donde permaneció hasta el 27 de febrero. De allí salió bajo arresto domiciliario y 6.000 libras de fianza. Así estuvo por un mes, pagando ante la justicia real su atrevimiento. A 1 de marzo se ofició su misa matrimonial en el altar mayor de San Lorenzo, su parroquia, oficiando su hermano Joan Vicent.

                Más tarde, el atrevido novio alcanzó la familiatura del Santo Oficio un 3 de octubre de 1588 y otros honores y responsabilidades. Con sus contundentes maniobras había quebrantado todas las prohibiciones, que la autoridad real intentó defender real y aparentemente.