EL PAGO DE LAS OBRAS DE SANTA MARÍA DE ALICANTE.

17.08.2015 20:37

 

     La basílica de Santa María de Alicante fue la mezquita principal en época musulmana. Desde principios del siglo XV a comienzos del XVI se erigió el templo tardo-gótico, que padeció un importante incendio el 31 de agosto de 1484. Disponemos de pequeños fragmentos de sus libros de fábrica de 1492 a 1508, que fueron considerados por los escribanos municipales del siglo XVIII papeles de poca o ninguna importancia. Sin embargo, a los historiadores de hoy en día les permiten conocer aspectos esenciales de su financiación y gestión.

    El encargado de la recaudación, reparto y administración de fondos era el fabriquero, una comisión que desempeñaron los caballeros Joan Marí en 1492, Nicolau Martínez de Vera en 1496 y Francesc Portes en 1508. Santa María se emplazaba entonces en el centro de la recién titulada ciudad y su suerte interesaba vivamente a los linajes rectores alicantinos, ofrecedores desde fines del siglo XIII de legados piadosos.

    Las obras de Santa María se sufragaron con las provisiones de cántaros de vino, de cahices de trigo y de quintales de higos, con parte de los diezmos de la almendra y del aceite, y con las limosnas obtenidas tanto en Santa María como en el templo de San Nicolás, a veces rival, a través de los correspondientes permisos o bans d´acapte para el bací. Recordemos que una parte sustanciosa de los diezmos sobre los productos se destinaba a los gastos de fábrica de los templos. Para conseguir dinero contante y sonante, el fabriquero gestionó la venta de productos tan alicantinos como el vino, la almendra o los higos a comerciantes del lugar o forasteros, valencianos o castellanos llegados de Burgos o de Vizcaya. Además, Santa María se financió con donaciones consignadas en legados piadosos y censales o préstamos.

    En las consignaciones se emplearon medidas como la ración y media, que se concretaba en 450 cántaros de vino o 2 arrobas y media de aceite. El cántaro equivalía en Alicante a 11´55 litros.

    En 1492 Santa María consiguió unas 75 libras (correspondiendo el 43% a la venta de vino) y 61 en 1496 (reduciéndose los ingresos del vino al 39%). Se trataban de sumas importantes, pues el mollatge devengó 63 libras y media en 1491 y la aduana 150 en 1489. En la primera fecha obtuvo la fábrica siete raciones y media de vino o casi 364 hectolitros, el 2% de toda la cosecha alicantina registrada por Martí de Viciana en 1564.

    La expansión agraria y comercial del Alicante de la época era evidente y en 1508 se pudieron cancelar tres censales, cuyo capital ascendía a 84 libras y que suponían un dispendio anual de 6 libras y media en pensiones.

  Entre los favorecedores del templo se encontraron linajes como el de los Fernandes de Mesa, con importantes contactos en Elche y Orihuela, lo que no evitó a veces ciertos pleitos.

    Para 1496 tenemos noticia de parte de los dispendios, que alcanzan las 63 libras, correspondiendo el 60% al manto de terciopelo de la imagen de Santa María, honrando a su advocación.

    Fuente: Archivo Municipal de Alicante, legajo 19-55-3/0.