EL SEÑORÍO DE COCENTAINA.

27.02.2018 16:53

               

                La baronía de Cocentaina.

                El territorio de Cocentaina formó una baronía, y se conservan desde 1269 testimonios del ejercicio de su Corte de Justicia, regida por los fueros de Valencia desde 1261 al menos. Su repoblación había sido costosa, y Jaime I concedió en 1258 las rentas de los castillos de Cocentaina y Alcoy para satisfacer deudas. En 1276 entregaría la bailía y en 1282 la alcaidía con potestad de nombrar justicia al almirante Roger de Lauria, que recibiría Cocentaina en 1291 según los Usatges catalanes. Logró en 1297 la alta justicia del mero imperio.

                Una baronía era un espacio feudal en el que un noble de elevada posición ejercía la alta y baja justicia. En 1330 así se consideró al castillo y villa de Cocentaina, y en 1378 honor y baronía. A comienzos del siglo XV ya se empleó la expresión de villa y baronía, lo que daba muestra de su carácter complejo.

                Cocentaina formó parte del realengo entre su conquista en la década de 1240 y 1291, cuando fue entregada a Roger de Lauria, beneficiario previo de una serie de rentas locales. Los Lauria conformarían el señorío de la baronía entre 1291 y 1324. En las décadas centrales del siglo XIV las distintas protestas contra los señores, el impacto de la peste y la guerra con Castilla golpearon a la baronía. El linaje de procedencia siciliana de los Aragón no se consolidó de 1370 a 1378, y las sendas donaciones a la cuarta esposa de Pedro IV doña Sibila de Fortiá y a la segunda de Juan I doña Violante de Bar (alabadas por Bernat Metge en Lo somni) representaron un punto intermedio entre la inserción en el patrimonio regio y un señorío propio (1378-1431). Los esfuerzos del rey entre 1431 y 1448 para conseguir un señor favorable a sus intereses condujeron a la entrega de Cocentaina a los Corella, linaje llamado a perdurar.          

                El espacio de la baronía.

                Cocentaina formó parte de patrimonios señoriales más amplios. El de Roger de Lauria en el reino de Valencia también abarcó Alcoy, Seta, la Torre de les Maçanes, Calpe y Altea. Cuando murió Berenguer Roger en 1324, Cocentaina y la Torre fueron a parar a su hija doña Beatriz. Las reinas Sibila y Violante sucesivamente dispusieron del dominio de Planes, Margarida y Llombó junto al de Cocentaina y la Torre. Antes de 1378, el infante don Martín ejerció el mero y mixto imperio en Cocentaina, Alcoy, Penáguila, Barxell, Xirillent y los valles de Seta y Travadell, lo que en líneas generales dibuja el área de máxima actividad de los pobladores cristianos y musulmanes contestanos.

                Dentro de la baronía de Cocentaina se aprecia también una clara heterogeneidad, antes de la expansión de la jurisdicción alfonsina en el siglo XV. García Jofré de Caudete fue compensado por sus padecimientos y pérdidas en la guerra contra Pedro I de Castilla con la alquería de Fraga, otorgada igualmente a Tomás Oms por error hasta su rectificación en mayo de 1367. Más tarde, el generoso Bernat de Bonastre logró las alquerías de Fraga, Benámer y Benitaer, que cedería al abad cisterciense de la Valldigna, que a su vez las entregaría sin permiso real al también cisterciense abad del priorato de Sant Bernat de Valencia. A petición de la reina doña Violante, tal decisión se impugnó en 1394. La baronía, pues, contaba con pequeños señores bajo la férula de la señoría principal. Don Joan Martínez de Vera detentaba en 1425 el dominio enfitéutico de Beniufit, cuando doña Violante se reservaba la tierra de don Martín Domínguez y el huerto de don Pedro Martínez.

                Tal rompecabezas era enlazado por la administración de la justicia. En 1370 don Antonio de Aragón, casado con doña Beatriz de Jérica, consiguió el mero y mixto imperio sobre los dominios contestanos, pero en 1373 lo cedió inter vivos a su tía la reina Leonor, que en 1374 lo traspasaría a su hijo el infante don Martín. Doña Beatriz de Jérica entregó entre 1372 y 1375 la mitad de las rentas de la baronía al conde de Ampurias Juan de Aragón, que terminó vendiéndolas al rey, al igual que don Martín el mero y mixto imperio. Pedro IV cedió en alodio la baronía en 1378 a su cuarta esposa Sibila, y en 1379 la alta y baja justicia.

                El sistema de gestión de la baronía.

                Señoras como las reinas Sibila y Violante fomentaron un sistema de gestión con puntos de contacto con el del realengo. Sus posesiones valencianas estuvieron a cargo de un procurador general, supervisor de los procuradores locales. En 1415 Alfonso V se opuso, invocando su señoría mayor, a la concesión de la procuración a Guerau de Cervelló, deseoso de conseguir el dominio útil con la ayuda de doña Violante, cuya conducta fue censurada.

                El procurador topó a veces con el baile y alcaide de la baronía a causa de los mudéjares. Los choques jurisdiccionales fueron moneda corriente, y se trataron de orillar encomendando ambas funciones a la misma persona. La alcaidía, de todos modos, no se confió en feudo honorario, sino a tenencia a Costumbre de España, concesión temporal rescindible más favorable a los grandes señores.

                El poder señorial y el municipio de los prohombres.

                La autoridad señorial no anuló la jurisdicción de la universidad o municipio de la villa, dominada por los linajes de prohombres con los que se tenía que alcanzar un acuerdo, por medio de concesiones de privilegios del mismo modo que el propio rey. Entre 1297 y 1298 Roger de Lauria concedió la exención de hueste y cabalgada en tiempos de guerra, junto a la de peajes en el invadido reino de Murcia.

                La cooperación aseguraba el control del territorio. En 1325 el justicia de Cocentaina ejerció el mero imperio sobre la Torre de les Maçanes. En cambio, su oposición ocasionaba amargas consecuencias, como le sucedió a don Alfonso Roger de Lauria. A los prohombres contestanos les recordó su potestad sobre los castillos, torres y lugares fuertes de la baronía en 1337. Durante la guerra de la Unión (1347-8) tuvo que enfrentarse a ellos, amenazados de embargo por el mismo rey en 1354 por no obedecerle con prontitud. A veces se resistía por defender una fidelidad previamente contraída. En 1368 cristianos y musulmanes contestanos salieron a favor de don Juan Alfonso de Jérica contra doña Beatriz de Lauria, a pesar de las órdenes del gobernador general del reino de Valencia García de Loris.

               El rey y los barones.

                El monarca sobrepasaba con mucho la condición de concesionario de bienes a una serie de linajes de su círculo de fidelidad, y cada vez más supervisaba por medio de sus oficiales la aplicación de la justicia, auténtico control de las gentes sometidas a otras potestades señoriales. El ciudadano de Valencia Pere Navarro fue denunciado en Cocentaina en 1382, y condenado por los oficiales del infante don Juan de Aragón, entonces lugarteniente general. En 1403 Martín I el Humano ordenó al gobernador de más allá del Júcar que mandara a la señora de Cocentaina que su justicia entregara en Albaida a los asesinos de un servidor real. Deberían ser encarcelados en Játiva. Los mudéjares tampoco escapaban a su inspección, pues el baile general del reino expedía los permisos para sus viajes familiares y comerciales. La cercanía de la baronía contestana con el límite de la gobernación de Orihuela provocaba no pocos recelos, pues allí los mudéjares del valle del Vinalopó no pocas veces facilitaron la huida de sus correligionarios hacia Granada o el Norte de África. Los fugados debían ser retornados a sus señoríos, y en 1355 se devolvió a don Alfonso Roger de Lauria una doncella musulmana que pedía limosna sin licencia en compañía de su madre invidente.

                En situaciones tan apuradas como la guerra con la Castilla de Pedro I, disponer de fieles en la baronía contestana era un activo nada menospreciable de la monarquía. De Biar a Cocentaina  numerosos caballeros dejaron de combatir a las fuerzas castellanas por falta de soldadas, y los repartos de botín ganaron mayor importancia si cabe. En 1365 el clavario real intervino en una disputa entre don Juan Alfonso de Jérica y el conde de Denia por el quinto de una cabalgada en el área contestana.

                La baronía de Cocentaina también fue una pieza con la que contaron los reyes aragoneses para sus campañas de expansión. En 1370 fue ofrecida a don Antonio de Aragón para incitarlo a la conquista de Murcia, y en 1382 ayudarían los contestanos con dinero y guerreros en la persistente guerra de Cerdeña. La Historia de la baronía fue indisociable de la del reino de Valencia y de la Corona de Aragón.