FENÓMENOS EXTRAÑOS SOBRE LA VALENCIA DE 1621.

17.02.2019 13:14

                La ciencia tiene la cualidad de ir desvelando los secretos de la Naturaleza, de la no siempre fácil de conocer realidad física. En el siglo XVII se dio un importante impulso en este sentido, lo que ha dado pie a que no pocos autores hablen de una revolución científica, a despecho de los padecimientos de Galileo. Aquel siglo fue también el de las fantasías barrocas, el de los falsos cronicones y el de las grandes persecuciones de brujas en muchos países. En las personas del Barroco coexistió un impulso científico con la más arraigada superstición. Desfacer el entuerto no fue empresa menuda.

                A día de hoy, la historiografía considera tales muestras contrarias a la moderna ciencia bajo el prisma del estudio de las mentalidades de aquellas gentes. Tipos cultos según los patrones coetáneos podían creer firmemente en determinados fenómenos. En su jugoso Dietario, Pere Joan Porcar refiere un suceso como mínimo curioso.

                El domingo 8 de agosto de 1621 se hablaba en la ciudad de Valencia que los frailes dominicos de San Onofre habían divisado sobre las murallas y torres una gran iluminaria. Tal fenómeno también apreciado por los frailes de Portaceli. Desde hacía siglos, tales defensas simbolizaban la reciedumbre del espíritu de la ciudad.

                Nada más añade el autor acerca del particular. La expectación de muchos estaría causada por el crédito dado a una visión solo accesible a aquellos religiosos. Precisamente, la Contrarreforma acentuó la distinción entre sacerdotes y el resto de los fieles en el seno de la Iglesia católica. Cómo interpretaron aquellos frailes el fenómeno, quizá en clave de profecía, no lo sabemos, como tampoco que se ocultaría detrás del mismo en la habitualmente luminosa Valencia, especialmente en el radiante mes de agosto.