LA ESCUADRA DE LAS GALERAS DE ESPAÑA Y LAS AUTORIDADES VALENCIANAS.

13.04.2018 19:15

               

                El enfrentamiento con el imperio otomano y sus temibles dependencias en el África del Norte, como Argel, condujo a un reforzamiento de las defensas de la Monarquía hispánica, no siempre lo suficientemente eficaz para frenar las incursiones enemigas. En la época se diferenció entre la escuadra o naves que dispensaban protección y la armada aprestada para funciones de ataque.

                La escuadra de las galeras de España o guarda de la mar de la costa de España, que databa de 1530, complementó la línea de torres de vigilancia y fortalezas comunicadas del litoral mediterráneo. Denia fue uno de sus puertos, y a finales del siglo XVI dispuso de veintidós a treinta y tres galeras, estructuradas en grupos de cuatro comandadas por un cuatralbo.

                La Junta de Galeras de España se encargó de gestionar los variados asuntos que comportaba el mantenimiento y actuación de semejante escuadra, una de las más significativas del Imperio español. Su labor resultó difícil en las agrias circunstancias del siglo XVII, en un momento de presión y declive del poder militar hispánico.

                Dentro del despliegue de la escuadra, el reino de Valencia tenía una gran importancia geo-estratégica como punto de tránsito, entre otras razones, de las tropas de la península Ibérica a la Itálica, dentro del famoso Camino Español. Como es bien sabido, los remeros de sus naves (los galeotes) eran individuos penados. En 1654 se entendió que la dura pena de galeras de por vida comprendía diez años, algo que se consideró inconveniente en los reinos de la Corona de Aragón por su exposición al peligro marino.

                El abastecimiento de alimento para sus tripulaciones, especialmente de bizcocho, suscitó más de un malentendido con las autoridades locales. En 1659 se encomendó al factor o agente comercial Ventura Donís que proveyera a las galeras de España, y compró en la isla genovesa de Tabarca (enclavada en la costa norteafricana) 3.000 fanegas de trigo para elaborar el citado bizcocho. A comienzos de 1660 una de sus saetías con cereal fue embargada por el virrey de Valencia, en un tiempo en el que la carencia de grano castigaba al reino y a otras zonas mediterráneas. Al año siguiente, se le indicó que no interfiriera en las actividades del factor.

                La cooperación con Génova fue de gran ayuda en el mantenimiento de la escuadra. Precisamente en 1660 se estaban construyendo en sus atarazanas una galera capitana y otra patrona, pero la falta de madera para darles la solidez adecuada llevó a que se solicitara de los Estados Pontificios, no siempre favorables a los españoles.

                En la segunda mitad del XVII, la amenaza francesa fue haciéndose cada vez mayor sobre el litoral y las embarcaciones españolas, lo que dio pie a todo tipo de incidentes en los que se vieron envueltos los valencianos. En 1655 las galeras de España apresaron un barco francés cargado de bacalao en el puerto de Alicante.

                Mayor temor suscitó la estancia en Marsella de Luis XIV en el invierno de 1668-69. Se pensó que iba a supervisar el armamento de galeras y navíos. El virrey de Mallorca se lo comunicó al de Valencia el 21 de noviembre de 1668, que a su vez lo puso en conocimiento del Consejo de Aragón el 30 del mismo mes. Hasta el 7 de noviembre no lo trataría el Consejo. La defensa del reino de Valencia frente a los franceses parecía débil, a pesar de los avisos, algo que penosamente se confirmaría en 1691 con motivo del brutal bombardeo de Alicante por la armada francesa.