Un día como hoy, el segundo jueves posterior al Jueves Santo, se celebra la romería al alicantino monasterio de la Santa Faz, el emblemático establecimiento religioso de la hoy recordada huerta de Alicante. Su población mudéjar menguó hasta extinguirse durante la Baja Edad Media, cuando precisamente también comenzaron a brotar núcleos como el de Muchamiel. El impulso de este nuevo poblamiento de la huerta alicantina fue consagrado con el culto a la Santa Faz y la fundación del monasterio de las clarisas en 1518.
Área vital para la supervivencia de la localidad, se encontraba muy expuesta a los desembarcos de corsarios y piratas. Bajo Carlos V, se recrudeció el enfrentamiento contra los poderes norteafricanos obedientes al imperio otomano, como el Argel de Barbarroja. Felipe II heredó de su padre tal problema, que pesó severamente sobre sus territorios mediterráneos.
Ya Braudel apuntó la tendencia de la Cristiandad a fortificarse frente al Islam, a adoptar una actitud defensiva. Lo cierto es que desde el virreinato de Valencia se llevaron a cabo distintas visitas o inspecciones para mejorar sus defensas, como la girada en 1557.
En esta visita se recomendó reforzar la fortaleza del monasterio de la Santa Faz con medidas puntuales, pero eficaces. Debería de bajarse la cubierta del dormitorio de las monjas para realzar la altura de su torre, que debería ser complementada con la construcción de otra torre más. En cada torre se podrían disponer unos veinte hombres, que contarían con las oportunas armas en el monasterio, con dos mosquetes al menos, cuando todavía las huestes municipales alicantinas utilizaban ballestas, ciertamente efectivas. La solidez marcial del monasterio se acentuaría levantando más sus tapias. No solo serviría el edificio de punto fuerte y refugio, sino también de atalaya de aviso a las fortificaciones de la ciudad y su término. Bien podemos decir que fue en aquellas circunstancias una auténtica fortaleza de Dios para las gentes de Alicante.
