LAS GERMANÍAS EN ALICANTE.

12.06.2017 17:54

 

                Una época alterada.

                En 1504 murió Isabel de Castilla y Fernando de Aragón en 1516. Con el paso de los años sería considerado como el último rey que se preocupó por los reinos aragoneses. No obstante, incorporó Navarra a la Corona de Castilla en 1515 y bajo su gobierno se acrecentó la autoridad real y los compromisos de sus súbditos. Su sucesor, Carlos I, llegó a una inquieta Hispania en 1517 y en 1518 se le juró como rey de Aragón en Zaragoza. En Valencia no hizo lo propio y en 1520 partió hacia tierras germanas para ser coronado finalmente su monarca en Aquisgrán.

                El malestar por el comportamiento del nuevo rey y de sus consejeros estalló en Castilla. En Valencia y Mallorca también se llegó a la rebelión. Comuneros y agermanados no llegaron a unir fuerzas pese a la cercanía geográfica y la común obediencia al mismo monarca, aunque sus adversarios sí lo hicieron. Se ha sostenido que mientras las Comunidades fueron un movimiento político, las Germanías resultaron ser de carácter más social. No obstante, los agermanados también reclamaron cambios en el gobierno ciudadano y las filas comuneras aumentaron con el malestar social.

                En los últimos años el conocimiento de las Germanías se ha ampliado más allá de la ciudad de Valencia, su entorno cercano y Játiva. Hoy en día sabemos más del movimiento en la ciudad de Alicante. Podemos desechar ya definitivamente su condición anti-agermanada y que su seguimiento de la causa real explicara su expansión portuaria en el siglo XVI, por favoritismo. Su importancia comercial venía de mucho antes.

                ¿Qué se entiende por germanía?

                En el derecho privado valenciano, la germanía era la unión legal de los bienes de dos cónyuges de mutuo acuerdo, que así se granjeaban mayores provechos. El 9 de junio de 1511 la concertaron sobre sus bienes en la Huerta alicantina Joanot Berenguer y su esposa Violante Barret. Tal uso estuvo muy difundido. En 1520 el pescador Francesc Berenguer y su esposa Beatriz vendieron un terrazgo de huerta, en el camino del mar, por veinte libras al labrador Juan Berenguer, que también compraría al labrador Bertomeu Alberola y su mujer Leonor otra parcela con árboles y una viña por veintiuna libras en 1524.

                Cuando estalló el movimiento, sus oponentes emplearon la palabra germanía en sentido denigratorio, como agrupación de gentes de mal vivir con fines perversos. Sus seguidores prefirieron hablar de hermandad o comunidad equilibrada de personas, depurada de injusticias.

                Al final se impuso germanía sobre hermandad para denominar a una insurrección que cuestionó no poco del orden establecido del momento.

                Los vaivenes del gobierno municipal.   

                Alicante fue agraciada con el sistema de la insaculación y el 3 de julio de 1502 se le confirmó con matices. Cada cinco años una comisión de doce graduadores evaluaría a los candidatos al sorteo. Los nombres del acequiero y del clavario saldrían del saco mayor. Se escogería el justicia por San Andrés, la de los jurados por el último día de Pascua y la del almotacén por San Bartolomé.

                No obstante, las rivalidades entre los prohombres no cesaron y el endeudamiento no se controló. En 1508 se suspendió la insaculación y se volvió a restablecer en 1510, cuando también se concedieron ordenanzas para el justicia criminal y el almotacén.

                La germanía se extiende.

                Desde 1519 parte de los menestrales de la ciudad de Valencia consiguieron imponerse a los prohombres. El gobierno municipal quedó bajo la supervisión de la junta de los trece, que mandó cartas a otras localidades del reino para sumarse al movimiento desde febrero de 1520.

                A petición de las autoridades, un zarandeado Carlos I prorrogó por cinco años el privilegio de la insaculación el 30 de marzo. El 18 de mayo de 1520 se confirmó como pesador de la harina a Cristóbal Guill, ya nombrado en enero de 1514. Los prohombres todavía controlaban Alicante y el 22 de junio los jurados expresaron su fidelidad al virrey Diego Hurtado de Mendoza, en situación harto complicada.

                Les pidió que impusieran el orden. En agosto, sin embargo, Orihuela se sumó al movimiento agermanado. Por estas fechas, los agermanados alicantinos se harían con el poder en Alicante.

                Los agermanados se organizan.

                En la ciudad se impondría una junta de los trece, de la que no conocemos por ahora el nombre de sus integrantes. En el último trimestre de 1520 las fuerzas populares se adecenaron o se organizaron en grupos militares de diez, al modo de la hueste municipal puesta en estado de alerta. Algunos historiadores lo han interpretado como una forma de presionar a determinados caballeros a que se sumaran al movimiento. Bajo la égida de los trece y de las decenas se revisaron las elecciones municipales y las recaudaciones de tributos.

                El pulso entre moderados y radicales.

                En muchas localidades, los agermanados se dividieron entre los más negociadores y los más agresivos. Desde el entorno de Carlos I se quisieron aprovechar tales rivalidades y el 22 de febrero de 1521 llegó a Alicante el secretario aragonés Juan González de Villasimpliz en compañía del moderado Soriano.

                La insurrección de Elche contra su señor Bernardino de Cárdenas causó mayor inquietud. Sin embargo, las tendencias moderadas se impusieron en Alicante, que prestó ayuda al secretario en la detención del síndico ilicitano. El 30 de marzo Carlos I previno a la ciudad contra cualquier anulación de derechos fiscales y le instó a separarse de la germanía.

                Los más moderados no consiguieron imponerse y el 30 de abril los radicales pidieron auxilio militar a Valencia.

                Los combates.

                El 14 de julio los agermanados tomaron el castillo de Játiva y el 24 vencieron en la batalla de Gandía a las fuerzas del virrey, a las que se sumaron varios caballeros alicantinos. En las Montañas cercanas forzaron a la conversión a muchos mudéjares.

                En la Huerta de Alicante las fuerzas virreinales de Andrés Porta acecharon a las agermanadas que se dirigían a Orihuela. En la gobernación hombres como Pero Maça y otros señores se opusieron a la germanía con fuerza. El adelantado de Murcia y marqués de Los Vélez Pedro Fajardo dejó a un lado sus veleidades comuneras y se sumó con todas sus fuerzas al partido de los señores valencianos.

                El 12 de agosto los agermanados de Elche capitularon y antes del 26 los de Alicante. Los más comprometidos consiguieron escapar a Orihuela. La influencia de Pero Maça en Alicante y la inclinación de parte de sus naturales decantaron la balanza a favor de la plena autoridad de Carlos V. Gaspar Tárrega, más tarde justicia, se hizo cargo de la alcaidía del castillo.

                El 30 de aquel mes los agermanados alicantinos participaron en la batalla de Orihuela, donde las fuerzas de los señores se impusieron. La misma Orihuela sería saqueada con brutalidad tras la derrota de los agermanados. Los últimos partidarios alicantinos de las Germanías terminaron luchando en los últimos enclaves de Játiva y Alcira. En 1522 el virrey les ofrecería salvoconducto para que se retiraran.

                Imposición y colaboración.

                Ya el 26 de agosto el virrey de Valencia exigió a Alicante la entrega de hasta 4.000 ducados para  subvenir a sus gastos de campaña. Se impusieron contribuciones y se confiscaron bienes de agermanados, que en 1522 pagaron una composición de 7.000 ducados.

                Otros en cambio como el prohombre Pere Seva lucharon decididamente contra los agermanados en retirada. A 18 de noviembre de 1522 desde Alicante se destacó una fuerza de 150 soldados a Canales.

                El comienzo del problema morisco.

                La política agermanada de bautismos forzados de los mudéjares rompió lo dispuesto anteriormente por Fernando el Católico. Al final, se dieron por válidos aquellos bautizos y oficialmente aquellos musulmanes quedaron convertidos en cristianos, los moriscos, de los que tanto se sospechó.

                En el campo de Alicante, donde el mudejarismo había sido muy modesto desde fines del siglo XIII, no se dio la resistencia airada de los musulmanes de Benaguacil y del Espadán. La conversión forzada casi borró a medio plazo las familias islámicas, ya moriscas, de Monforte y Agost.

                La turbulenta situación de los moriscos tras las germanías dio pie a situaciones detestables, como las de la venta de seres humanos. El 2 de abril de 1525 los ilicitanos Damián y Violante Canals vendieron en Alicante a la morisca de veinte años Caterina a Jaume Ruiz por 96 libras. Triste colofón para un tiempo que quiso ser algo más libre.

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