LAS TROPAS DE LUIS XIII INVADEN EL REINO DE VALENCIA.

06.09.2017 18:06

                

                En 1635 la Francia de Luis XIII, o del cardenal Richelieu, rompió hostilidades con la España de Felipe IV, o del conde duque de Olivares. La insurrección catalana permitió a los franceses desplazar tropas al Sur de los Pirineos. Parte de los catalanes reconocieron a Luis XIII como conde de Barcelona y en el territorio del Principado se entabló una dura lucha durante varios años, bautizada en el siglo XIX por Víctor Balaguer como la guerra dels Segadors.

                El reino de Valencia, como el de Aragón, siguió la causa de Felipe IV y en las Cortes de 1645 otorgó un servicio de 1.200 soldados por seis años para servir en la plaza de Tortosa, que finalmente se había inclinado por la Casa de Austria. Cualquier variación debería ser aprobada por los tres estamentos valencianos.

                Los ejércitos de Luis XIII no lograron rendir Lérida y el mariscal Schomberg los encaminó hacia tierras de Tortosa. En sus operaciones, emprendieron acciones que alcanzaron territorios valencianos  y aragoneses, como el de Valdealgorfa. En la primavera de 1648, el municipio de Morella aprestó cinco compañías de soldados en el camino de Monroyo a Peñarroya.

                Cuando los de Luis XIII pusieron sitio a Tortosa, Morella desplazó a la Tinença de Benifassà tres compañías, reclutadas de sus parroquias, con artillería. Las condiciones defensivas de la frontera valenciana con Cataluña distaban de ser óptimas.

                Tras duros combates, los franceses entraron el 12 de julio de 1648 en Tortosa, donde se cebaron con miembros de la alta clerecía y de sus grupos dirigentes, los afectos a Felipe IV. Algunos tortosinos encontraron asilo en Morella, pero otros fueron deportados a puntos del Norte catalán obediente a Luis XIII.

                Ante tal revés, las fuerzas del reino de Valencia se congregaron con las de Aragón el 20 del mismo mes en los llanos morellanos del Moll por temor al contagio de peste. La difusión de la epidemia no frenó las incursiones francesas, lo que al final terminaría afectando a la plaza de Tortosa.

                Una fuerza franco-catalana de 3.000 soldados alcanzó Benicarló. Un inquieto estamento militar valenciano se quejó de la desprotección militar, ya que la caballería de la frontera había sido retirada tras alojarse en Valencia. Los atacantes se dirigieron de Benicarló hasta San Mateo, la plaza que tenía fama de ser la más rica del Maestrazgo de Montesa, que además disponía de un depósito de armas y municiones.

                Morella volvió a destacar tropas, en las que descollaron las gentes de sus aldeas, deseosas de mejorar su posición. San Mateo carecía de murallas de gran potencia y fue sometida al fuego de las baterías francesas. Sin embargo, se mantuvo firme. El barón de Seebach, antiguo coronel de la caballería alemana al servicio de los Austrias, dirigió las acciones para alzar el sitio. Trajo fuerzas desde Traiguera y ordenó que desde Peñíscola y Vinaroz otras tropas cortaran la retirada de sus adversarios. En noviembre de 1649 se levantó el asedio.

                Se pensó en recuperar Tortosa, a despecho de las fuertes dificultades. Cada soldado costaba al día dos reales o un real y medio con el pan de munición. Con gran esfuerzo se remitieron a Villarreal 1.000 escudos y 200 cahíces de trigo para la provisión de las plazas fronterizas. El número del contingente debería ser incrementado y se meditó en conseguir unos 670 hombres de distintas localidades de la línea valenciano-catalana. Sobre la preparación y el espíritu marcial de las tropas, conseguidas con fuertes presiones, no se hicieron ilusiones las autoridades españolas. Sobre su mando también hubo discrepancias, acerca de la conveniencia de confiarlo a un comandante supremo a los virreyes de Valencia y Aragón respectivamente para contentar a los naturales. El virrey valenciano el franciscano fray Pedro de Urbina, por si fuera poco, advirtió del descontento entre los nobles del reino por las alteraciones del servicio acordado en 1645.

                Con prudencia, entre septiembre y octubre de 1650 las dificultades se fueron orillando, ya que el dominio de Tortosa por los de Luis XIII constituía un riesgo demasiado evidente. El ejército se encomendó al segundo marqués de Mortara don Francisco de Orozco y Ribera, que contó con los buenos oficios del maestre de campo el barón de Seebach. Los buenos oficios de fray Pedro lograron que muchos caballeros se implicaran activamente en la consecución de recursos e incluso en las mismas operaciones de guerra. La ciudad de Valencia alzó un tercio de 500 soldados, con la renombrada compañía del centenar de la pluma, por dos meses iniciales, susceptibles de ampliarse por el tiempo preciso. Morella contribuyó con otros 500, de los que 390 fueron aportados por sus aldeas. En Ulldecona se unieron las fuerzas del reino.

                Se llegaron a juntar unos 10.000 soldados. El de Mortara atacó Flix y Miravet a la par que la flota mandada por Alburquerque se posicionó en Los Alfaques. El 6 de diciembre de 1650 se rindió Tortosa después de no pocos sacrificios de los valencianos.