UN CAUDILLO ALMOGÁVAR.

22.10.2017 12:39

                

                Las unidades de almogávares destacaron entre las fuerzas más aguerridas de los reyes de Aragón. La Crónica de Ramón Muntaner les ha conquistado una fama que va más allá de su tiempo, y hoy en día tales combatientes expertos en la guerra guerrejada o irregular todavía son protagonistas de distintos libros y cómics.

                La almogavería suponía una forma de vida para no pocos individuos, que en un momento dado podían complementar sus discretos ingresos con el logro de un botín. Para ir al combate no necesitaban de grandes medios, sino de bravura y experiencia. Algunos almogávares escalaron posiciones, caso de Muntaner, pero muchos otros permanecieron relegados.

                Bernat Daynes de Orihuela, del cual sabemos gracias a los estudios de María Teresa Ferrer, se dedicaba a negociar el intercambio de cautivos entre cristianos y musulmanes al Sur del reino de Valencia. Residía en Elche y había sido encarcelado en Orihuela a instancias de Antoni Sarrió de Alcoy.

                El 11 de agosto de 1392 recibió un mandato de Juan I de Aragón, que entonces se preparaba para someter Cerdeña a su autoridad. Tenía pensado pasar a la isla en abril de 1393 y Bernat debía reclutar una compañía de cien almogávares en los reinos de Valencia y Murcia; es decir, en los territorios más expuestos a las incursiones granadinas, donde podían encontrarse tipos hechos a este género de vida.

                Estos hombres no llevaban una vida pacífica y el rey no tuvo más remedio que añadir la promesa del indulto o guiatge a la oferta de reclutamiento. El indulto tendría vigencia durante el tiempo de la campaña y un año más después de su retorno. Del mismo se exceptuaron expresamente los incursos en un crimen de lesa majestad, los traidores, los quebrantadores de caminos, los herejes, los sodomitas, los fabricantes de falsa moneda y los que hubieran tenido que ver con las violencias contra las comunidades judías, protegidas por el monarca.

                El indulto era generoso y la ciudad de Orihuela, bastante harta de distintas violencias e infracciones, se mostró dispuesta a pagar al rey cuarenta almogávares por cuatro meses de campaña a cambio que sus reclutados no se comprendieran en el mismo.

                Daynes era un hombre conocido entre los dedicados a la almogavería y pudo formar su compañía. Sin embargo, los graves problemas de Sicilia obligaron a Juan I a relegar la expedición a Cerdeña. Los almogávares se cansaron de esperar y el 21 de octubre de 1393 Juan I ordenó a Daynes, bajo pena de incurrir en su ira, retornar con su compañía a Tortosa.

                No es seguro que la compañía entrara en batalla en Cerdeña o Sicilia, pero Juan I recompensó finalmente los esfuerzos de Bernat Daynes. El 14 de enero de 1394 le concedió de manera vitalicia una renta sobre varios impuestos reales en Castellón de la Plana, como el del pago de un dinero por cada carnero sacrificado. Las autoridades locales no se mostraron solícitas en cumplir la voluntad real, por lo que Juan I ordenó a sus oficiales en el reino de Valencia y en Burriana a que llevaron a afecto lo dispuesto con este singular almogávar.