UN GRAN SEÑOR FRACASADO, EL CONDE DE LUNA.

21.05.2018 08:11

                En la Baja Edad Media, cuando la autoridad de los reyes todavía se veía contestada, varios nobles de elevada posición intentaron encumbrarse todavía más. Los duques de Borgoña fueron de hecho verdaderos monarcas en sus dominios. Las rivalidades en el seno de las familias reinantes perturbaron la paz en demasiados lugares, cuando las guerras hicieron girar la rueda de la Fortuna a favor de unos y en contra de otros. El hermano de Enrique III de Castilla, don Fernando de Antequera, fue algo más que el regente de su sobrino Juan para convertirse en rey de Aragón. Se impuso a otros candidatos al trono aragonés, como el hijo natural de la noble Tarsia Rizzari y Martín el Joven, nieto de Martín I, Federico de Aragón, conde de Luna.

                El joven conde no amenazó verdaderamente la posición de Fernando I ni la de su hijo y sucesor Alfonso V al comienzo. Un 31 de agosto de 1418 escribió en tono humilde desde Belchite:

                “De vuestra alta señoría (el rey Alfonso V) he recibido una carta por la que me manda y notifica la provisión por vía de señorío y como mi tutor y curador de dar a Bernat Mercader la alcaidía de Seta, vacante por la muerte de Luis Mercader.”

                Sostuvo que días antes la había concedido a su servidor Francesc de Sant Feliu, pero se plegó a la voluntad real pese a todo. Federico era por entonces señor de amplios y ricos dominios en el reino de Valencia: Segorbe y el valle de Almonacid; Alcoy, Seta, Gorga y Travadell; y Benaguacil, la Pobla de Benaguacil y Paterna. Los alcaides de sus fortalezas las tenían a uso y costumbre de España, que permitía su destitución en caso de incumplimiento o traición. Confió Federico en valencianos como Francesc Maça de Liçana para administrar su condado de Luna en 1429.

                Mientras tanto, las relaciones entre la corte de Juan II de Castilla y los infantes de Aragón, los hijos de Fernando de Antequera encabezados ahora por Alfonso V, se habían deteriorado gravemente. La disputa familiar y aristocrática arrastró a la guerra a Aragón, Navarra y Castilla.

                El ayo de Federico, Martín García de Sesé, negoció su traslado de fidelidad de Alfonso V a Juan II. Recibió el conde de Luna del monarca castellano Cuéllar y Villalón, además de gracias económicas como un juro de medio millón de maravedíes y otro millón en lanzas o fuerzas a asoldar. También obtuvo Arjona y Arjonilla a la muerte del duque de Arjona. En consecuencia, entregaría a los castellanos el castillo de Vozmediano, próximo al Moncayo, desde donde avanzaron hacia tierras de Tarazona.

                Alfonso V, a 9 de febrero de 1430, ordenó al baile general de Valencia, el doctor en leyes Joan Mercader, confiscar sus dominios en el reino, que serían confiscados e incorporados algunos al realengo con excepciones, como la tercera parte de Alcoy correspondiente al convento de las hermanas menores de Játiva.

                Sus alcaides fueron destituidos por la ruptura de fidelidad al rey aragonés. El capitán y gobernador general del reino Pérez de Corella se dirigió con tropas a tomar posesión de Alcoy, cuya reincorporación al realengo se había ordenado el primero de enero. Los castellanos hacían incursiones por las fronteras valencianas y amenazaban Caudete. Dentro de los dominios del de Luna podían tener apoyos.

                Sin embargo, gentes como los alcoyanos no siguieron a su señor. Defendieron la causa de Aragón. Distribuyeron armas entre el vecindario, reforzaron sus defensas como la torre de la puerta de San Agustín y aprestaron vigías. En agosto de 1429 socorrieron a Jijona ante el avance castellano hacia Ibi.  

                Federico de Aragón, que podía haber sido rey o al menos un regio conde, terminó siendo apresado en 1434 por participar en un intento de robo a unos mercaderes genoveses en Sevilla, falleciendo tristemente cuatro años después. Como magnate no había conseguido hacerse de respetar por Alfonso V, y como señor no había logrado el afecto de sus vasallos valencianos.