La pobreza ha sido endémica, con todos los altibajos que se quiera. En la Baja Edad Media y en el Renacimiento se fundaron en muchas ciudades de Europa hospitales para atender a los pobres por caridad o miedo a su presencia. Aquellos hospitales no eran iguales que los de hoy en día.
La Villarreal de la primera mitad del siglo XVI nos brinda un buen ejemplo al respecto.
La gestión de su hospital fue municipal. El 22 de diciembre de 1502 el administrador y obrero del hospital de San Miguel Arcángel y Santa Lucía y de la ermita de la Virgen de Gracia sería nombrado por los jurados de Villarreal, que el 13 de abril de 1505 acordaron la fórmula de su nombramiento.
El problema de la pobreza resultó acuciante y se llegó a decidir el 9 de noviembre de 1516 que no se embargaría la ropa entregada a los pobres a través de las limosnas distribuidas por los jurados.
La carencia de dinero destinado a los pobres era más que evidente y se reguló la limosna. El 25 de mayo de 1534 se decidió que el procurador del bacín de pobres vergonzantes sería el único con derecho a pedir limosna. Sólo se podía pordiosear, además, en las iglesias con albarán municipal.
El 17 de mayo de 1540 el administrador dispondría con la autorización de los jurados de las joyas y ornamentos religiosos del hospital y de la ermita, pero la situación se desbordó. El 27 de junio de 1540 se denunció que muchos vagabundos rasgaban en el hospital la ropa de cama y privaban de la limosna a los verdaderos pobres. Se instó a ponerlos en cintura con severidad y a que acudiera el justicia en caso necesario.
Ser pobre siempre ha sido tan amargo como difícil.
Fuente: Ordenances municipals de Vila-real (segles XIV-XVIII). Edición de Vicent GIL VICENT, Valencia, 2002. Ordenanzas 32, 34, 36, 37, 162 y 193.
Fachada del hospital de San Miguel y Santa Lucía antes de 1936.
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