A finales de la primavera de 1519 la ciudad de Valencia se encontraba en un vivo estado de agitación, el del estallido de las Germanías.
Su gobernador estaba en conversaciones con los clavarios y mayorales de los oficios y de las cofradías, cuyos agremiados querían cambios en la situación municipal. La peste había obligado a abandonar la urbe a muchos de sus nobles y la situación de inseguridad creada por las incursiones de los piratas berberiscos añadió más incertidumbre, máxime cuando el flamante rey estaba más pendiente de su elección como emperador.
Los representantes de los oficios propusieron el 22 de junio adecenar a los vecinos de las parroquias para poner en pie una fuerza militar, en teoría para detener a los piratas pero en realidad para lograr sus objetivos de cambio. Quisieron incluir en las unidades parroquiales a los caballeros residentes, a los que se les reservaría las capitanías.
En aquel momento se trató de sumar a la causa a los caballeros, algo que el gobernador intentó evitar. Postuló que los caballeros sirvieran bajo el pendón real. Los oficios servirían por cofradías y por parroquias el resto. En estas disputas se aprecia cómo se fueron perfilando los bandos que conmoverían las tierras valencianas en una dura guerra civil.
