En los Estados de la Corona de Aragón, como el reino de Valencia, el monarca estaba obligado a someterse a la deliberación de las Cortes tanto para obtener nuevas sumas de dinero (más allá de las que rentaba su patrimonio) como para aprobar nuevas leyes o fueros.
De hecho, los electos del reino de Valencia en Cortes presentaban a la aprobación del monarca una serie de contrafueros, fueros y actos de corte sobre distintas cuestiones. Sin la disconformidad de ninguno de los tres brazos o estamentos representados en Cortes, el rey las aprobaba y se promulgaban al final de las sesiones, adquiriendo la categoría de leyes del reino, a obedecer por todos.
Los fueros aprobados en las sucesivas Cortes fueron:
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1547 |
81 |
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1552 |
71 |
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1564 |
169 |
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1585 |
276 |
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1604 |
479 |
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1626 |
665 |
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1645 |
452 |
El clarísimo aumento del número de fueros aprobados en el siglo XVII no se corresponde, a primera vista, con la imagen de decadencia institucional del reino de Valencia de la época, según ciertas visiones muy del gusto de la Renaixença.
Se ha sostenido que las bancarrotas de la hacienda de la Monarquía de 1575-6, 1596, 1607 y 1627 forzaron a hacer concesiones. Por otra parte, los graves problemas derivados de la expulsión de los moriscos en 1609 también determinaron a aplicar soluciones legales.
Sin embargo, las contadas convocatorias de Cortes contribuyeron a acumular los problemas, lo que incidiría en la mencionada impresión de decadencia. No obstante, los valencianos no se resignaron a ser rebasados por las dificultades.
Fuente.
Dámaso de Lario, El comte-duc d´Olivares i el regne de València, Valencia, 1986, p. 184.
