ALEGRÍAS Y SINSABORES DE LOS PRESTAMISTAS.

15.02.2017 16:33

 

                La Baja Edad Media fue un tiempo crítico desde muchos puntos de vista. Los problemas de distintas comunidades aquejadas por la enfermedad, la carencia de brazos y los altibajos de la producción fueron una oportunidad para muchos prestamistas, cada vez mejor organizados. Distintas compañías comerciales supieron captar los ahorros de personas con una cierta fortuna y de instituciones eclesiásticas como conventos y monasterios. La alternativa no era nada descabellada y aseguraba unas rentas regulares en varios casos.

                El fenómeno alcanzó un radio geográfico a veces bastante amplio, superando los simples límites municipales. No solo los acaudalados de una ciudad o de una villa invertían en su término. Las relaciones entre los distintos Estados de la Corona de Aragón se hicieron visibles en el anudamiento de estos vínculos financieros.

                En Cataluña el Carmelo de Valls formó una sociedad financiera con distintos caballeros, ciudadanos y mercaderes de Barcelona como el caballero Bernat Ça Carrera, Joan Boscà o el antiguo almogávar Bertomeu Castelló. Entre sus operaciones, estuvo el préstamo en moneda real barcelonesa a la comunidad de la mudéjar sierra de Eslida, representada por sus oficiales. Debían reintegrarlo en la ciudad de Barcelona en el mismo tipo de moneda.

                Sin embargo, a los de Eslida les resultó más favorable reintegrarlo en moneda real valenciana en la Taula o banco de la ciudad de Valencia, algo que no permitió el rey Alfonso el Magnánimo a 1 de julio de 1425. La consolidación financiera valenciana brindaba más oportunidades a los deudores.

                La protección real era una garantía para los prestamistas, pues al fin y al cabo la misma monarquía requería de sus servicios, especialmente un Alfonso el Magnánimo embarcado en la conquista del reino de Nápoles y en una ambiciosa política mediterránea, lo que no evitaba los contratiempos.

                Bertomeu de Puigmoltó, de Penáguila, y otros caballeros y prohombres valencianos tuvieron problemas para cobrar y el 16 de diciembre de 1428 el rey instó a las autoridades municipales de Valencia, Penáguila, Murla o Alcoy a ejecutar las deudas. Gajes del oficio.