ALICANTE Y LOS COMERCIANTES HOLANDESES.

13.03.2017 23:15

 

                En el siglo XVII los holandeses se convirtieron en los grandes carreteros del mar y su presencia se hizo cada vez más importante en los puertos del Mediterráneo español, como el de Alicante. Todavía hoy pervive la tradición de la llegada el 6 de diciembre de San Nicolás a los Países Bajos procedente de Alicante, que nos remite a un tiempo pasado.

                En 1591 se introdujo en la ciudad de Alicante, con una relevancia mercantil cada vez mayor, un juez credenciero para dirimir los pleitos comerciales, justo cuando los cónsules extraterritoriales de otras naciones ganaron peso. La Tregua de los Doce Años (1609-21) entre la Monarquía hispánica y las Provincias Unidas benefició a Alicante, convertido en un importante puerto de tránsito de sal, lanas y especias. Aquí los mercaderes de origen genovés y francés escalaron posiciones sociales y reforzaron los vínculos con los reinos de Granada y Murcia. Supieron hacer negocios con los holandeses. En Alicante se sintió sobremanera la ruptura declarada de hostilidades con aquéllos.

                Los holandeses llegaron a organizar anualmente hasta tres convoyes de quince a veinte buques mercantes con dos navíos de escolta que siguieron la ruta de Cádiz, Málaga, Alicante, Barcelona, Marsella, Génova, Livorno y Esmirna. La plata de procedencia indiana era llevada a Italia para financiar el comercio de Levante.

                El centro de redistribución de mercancías de la lana castellana que era Alicante, bien comunicada con el interior a través de la aduana de Yecla, atrajo a los hombres de negocios de las Provincias Unidas, que instauraron un consulado que llegó a ser cabeza de un distrito informal que abrazaba Valencia, Mallorca y Cartagena en 1650-60. El estatúder Guillermo II estuvo a punto de reabrir en 1650 la guerra con España, clausurada en 1648, pero su muerte lo frustró. La Monarquía hispánica, empeñada en la lucha contra Francia y deseosa de recuperar Portugal, se ganó a los opositores a Guillermo II, a los holandeses en concreto, con concesiones mercantiles.

                Los holandeses introdujeron por Alicante especies, textiles, tintes, cueros, tabaco, maderas, hierro y clavazones. Este hierro llegó desde Alicante a Mallorca y los tintes alcanzaron el interior, además de Valencia y Murcia. Obtuvieron lanas, sal y productos locales como barrilla y sosa. Fue un gran centro comercial redistribuidor de productos con un elevado valor para el comercio holandés, que en 1667-75 a través de Alicante importó especias por valor de 197.258 libras (dentro de las 278.409 de todos los puertos españoles), tintes por 51.788 (de 93.947), tabaco por 38.942 (de 39.392), azúcar por 36.179 (de 53.873) y textiles por 1.399 (de 2.876).

                De todos modos, los que recibieron las mercancías holandesas fueron mercaderes de origen italiano, francés e inglés afincados en Alicante, donde algunas familias como los Mújica mantuvieron estrechos contactos con los sefardíes del Norte de África. Desde este punto de vista, los holandeses contribuyeron a la prosperidad de la poliédrica Alicante.