ALZAR Y TRASLADAR SOLDADOS Y GALEOTES.

20.08.2017 17:16

                Felipe II fue un monarca con enormes compromisos militares y recurrió con gran insistencia al esfuerzo de sus súbditos de los reinos españoles. El reino de Valencia, ribereño del frente mediterráneo, no quedó precisamente al margen. El reclutamiento de compañías de soldados asalariados no resultó nada sencilla.

                El conde de Benavente, virrey y capitán general del reino, avisó a Felipe II el 8 de octubre de 1567 cómo se desbarataron las compañías de infantería destinadas a las galeras por el mal orden con que se ejecutó su alzado. Las tropas, pues, no llegaron a las galeras, lo que no obstó para que el rey agradeciera sus buenos oficios el 17 del mismo mes.

                La insurrección de los moriscos del reino de Granada fue seguida con preocupación desde Valencia, con importantes núcleos de población morisca. El 5 de octubre de 1570 el virrey escribió al secretario real Juan Vázquez acerca de la labor de dos capitanes para reclutar gente en la ciudad de Valencia. Al tener hechas sus compañías, se escribió al comisario y pagador, y una vez socorridas o pagadas deberían ser acompañadas por un comisario para evitar desórdenes hasta llegar a la posición de don Juan de Austria, ya apercibido de su llegada hacia el 14 de octubre. A 1 de noviembre ya comenzó la deportación de los moriscos ordenada por don Juan.

                Las preocupaciones de reclutamiento no concluyeron precisamente tras Lepanto. El 20 de julio de 1581 los brazos del reino felicitaron al rey por la incorporación de Portugal, pero pidieron tener más libertad para tratar a su real servicio (como el alzado de compañías) a través de don Jerónimo Ruiz de Corella.

                El servicio bajo las banderas reales ocasionó a los capitanes más de un pesar. Así pues, el patrón genovés de una saetía notificó que el 14 de enero de 1597 el galeón vasallo San Martín, que había embarcado en Cartagena compañías de infantería para Italia, fondeó en Marsella por el mal tiempo, cuando dos galeras, una galeota y dos naves bretonas lo atacaron.  Apresaron más de cuatrocientos infantes, y los oficiales y personas de calidad fueron conducidos a Marsella. Según el virrey, uno de los capitanes era Marcelo Cerdán, hijo del doctor Cerdán de la Real Audiencia. Su madre había exigido represaliar a los marselleses de Valencia y su reino. Don Marcelo era capitán desde hacía nueve años, había servido en Flandes bajo el príncipe de Parma y era muy experto en fortificaciones y baterías. Ante su caso, el Consejo de Aragón no entró el 23 de febrero en la cuestión de la ruptura de hostilidades con Francia, pero sí se declaró partidario de represalias para contener a los enemigos.

                La insatisfacción hacia el comportamiento de las autoridades de otros reinos se hizo a veces evidente. El virrey se quejó el 20 de marzo de 1598 que en las cárceles de Murcia y Cartagena no se prestaba la oportuna atención a los galeotes de las prisiones de Valencia, que huían y retornaban al reino para vengarse. El virrey preferiría dar dinero para grupos de esclavos que remaran en las galeras. Indiscutiblemente, la guerra tuvo mucho de forzado.