CASTELLÓN Y VILLARREAL SE ALZAN CONTRA ENRIQUE DE TRASTÁMARA.

29.07.2015 00:03

                A mediados del siglo XIV las villas y ciudades del reino de Valencia ya disponían de instituciones de gobierno completas en las que tuvieron acomodo los vecinos más acaudalados e influyentes. Estos prohombres no contemplaron con agrado cualquier cambio que pusiera en duda su preeminencia local.

                Los lazos de patronazgo, muy propios de la mentalidad vasallática, mantuvieron unidos a los linajes de los prohombres con los menestrales, que muchas veces no fueron capaces de articular una alternativa viable al poder de los primeros. El tiempo de las Germanies todavía no era llegado y el descontento popular se expresó de manera muy puntual.

                La fidelidad al rey y la pertenencia a su señorío, el realengo, garantizaba en cierto modo el goce de una serie de privilegios, que podían verse cercenados por la vía práctica cuando el distante señor rey era cambiado por otro más próximo. Se encendía la indignación del vecindario.

                El nuevo señor podía exigir determinadas imposiciones con mayor energía o ubicar en el regimiento local a sus partidarios. A veces el nuevo señor podía mostrarse más complaciente, pero así no se lo pareció a gran parte de las gentes de Castellón y de Villarreal en febrero de 1357.

                

                Bajo el peso de la guerra contra Pedro I de Castilla, capaz de movilizar una gran potencia militar, Pedro IV de Aragón intentó por todos los medios debilitar la fuerza de su rival favoreciendo a sus opositores, entre los que se encontraba un hombre llamado a tener una gran importancia en la Hispania coetánea, el conde de Trastámara don Enrique, hermanastro real. El que se convertiría al final en Enrique II de Castilla era entonces un caballero de fortuna desterrado necesitado de la ayuda económica y la asistencia del rey aragonés.

                Éste le ofreció un importante patrimonio señorial en sus Estados: Montblanc, Tárrega y Vilagrasa en Cataluña, y en Valencia Castellón del campo de Burriana (hoy de la Plana) y Villarreal. Con sus medios podía asoldar el de Trastámara tropas contra Pedro I, con las que irrumpir en Castilla como candidato creíble al cetro.

                

                En Castellón y en Villarreal no lo contemplaron con benevolencia, pues la primera se había reintegrado al realengo hacía escasamente dos años con no pocos sacrificios. Se opusieron al mandamiento de Pedro IV, que se maravilló de tal actitud. El caballero Ferrer de Manresa fue encargado de notificar la firme posición real a su portanveces de gobernador en el reino de Valencia, el también caballero García de Loriz, que no se mostró muy complacido con la decisión de su regio señor. Las alternativas de la guerra y de la política se encargaron de quebrantar el señorío trastámara sobre estas villas.

                Fuente: Archivo de la Corona de Aragón, Real Cancillería, Registro 1543, folios 26r-26v y 31r.