COMERCIANTES IRLANDESES EN ALICANTE. Por Víctor Manuel Galán Tendero.
La ciudad de Alicante ocupó una posición destacada en las redes comerciales del Mediterráneo del siglo XVII. Punto de salida de los productos de Castilla hacia Italia y cercana al Norte de África, mercaderes y navegantes de los puertos del Atlántico europeo la consideraron de gran valor, con independencia de las relaciones de hostilidad entre la Monarquía hispánica y sus respectivos gobiernos.
Entre los súbditos de la monarquía de la Gran Bretaña en ciernes que frecuentaron Alicante estuvieron los irlandeses. Irlanda, donde el catolicismo se había convertido en una fuerza de identidad y de resistencia, planteó severos problemas políticos y militares a varios gobiernos ingleses, y no sólo al del lord protector Oliver Cromwell.
Sin embargo, con la vuelta de los Estuardo al trono la situación se suavizó un tanto temporalmente. En 1665 las autoridades alicantinas plantearon ante el Consejo de Aragón la situación del comercio con Irlanda, Escocia y Terranova, dispensadoras de productos pesqueros tan cotizados como el bacalao. Afortunadamente, el tratado hispano-inglés del 17 de diciembre de aquel año autorizó la llegada de las mercancías de los dominios de Carlos II, pagando sólo los derechos convenidos en el anterior tratado de 1630.
Por entonces, ya se habían fijado en las aduanas de Inglaterra los precios y las tasas de los vinos de Alicante y de Canarias, algo que afectó a sus competidores de Burdeos. Vinos tan emblemáticos de Alicante como el fondillón fueron al principio objeto de interés para los mercaderes neerlandeses e ingleses, pero con el tiempo también resultó ser de los irlandeses.
Irlandeses e ingleses no siempre eran bien diferenciados en algunos lugares, pero el catolicismo oficial de los primeros ayudó al respecto. Las luchas políticas alrededor de la caída de Carlos II Estuardo condujeron a muchos irlandeses de finales del siglo XVII a España. Por aquellas fechas, se consolidó en Alicante una verdadera comunidad irlandesa alrededor del comercio, más importante por su número que por su volumen de negocios.
Descollaron personas como Christopher Hall, que supo sacar partido de la situación de la guerra de Sucesión, cuando varios comerciantes ingleses tuvieron que marchar. Posteriormente, aspiraría a convertirse en el cónsul de los Estados Pontificios en Alicante. Otros hombres de negocios destacados fueron Alejandro Dogerty y Carlos keen. Este último, en verdad, residía en Játiva, pero actuó como apoderado en Alicante del mercader francés José Donat. Así pues, los irlandeses contribuyeron igualmente a la prosperidad de la ciudad.
Fuentes.
ARCHIVO DE LA CORONA DE ARAGÓN.
Consejo de Aragón, Legajos 0914, 023.
ARCHIVO HISTÓRICO NACIONAL.
Estado, 2797, Expediente 20.
Vicente Montojo, “The English and Irish of Alicante and Cartagena during the Wars of Succession of Monferrato and Austria (1628-1748)”, Americanía: revista de estudios latinoamericanos de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla, 9, 2019, pp. 126-158.