CONMOCIÓN EN SEGORBE (1477).

03.09.2017 16:07

                

                Sede de obispado y con una importante comunidad musulmana, el Segorbe de la segunda mitad del siglo XV era un importante núcleo de producción artesanal, bien comunicado con Valencia, Teruel, Daroca o Zaragoza. Por voluntad del rey Juan II de Aragón, su sobrino Enrique de Aragón y Pimentel se convirtió en su duque. Con independencia de su obediencia al conocido como el infante Fortuna, Segorbe experimentó dinámicas sociales similares a las de otras localidades valencianas del realengo. No se libró de las luchas de bandos, que en 1477 llegaron a sobresaltar a las autoridades de la capital del reino valenciano, hasta tal punto que el capellán de Alfonso el Magnánimo, Melchor Miralles, se hizo eco de las mismas en su famoso Dietario.

                Los Espejo, también presentes en Castielfabib, era uno de sus principales linajes. Habían servido en los ejércitos de Alfonso el Magnánimo durante la conquista del reino de Nápoles, donde llegaron a desempeñar importantes cargos. Entroncaron con los Vallterra y en Segorbe fueron lugartenientes del baile.

                Sancho de Espejo, que ejerció tal oficio, se enfrentó con los tintoreros, bastante importantes en la localidad y que contaron con el apoyo de la partida de Joan Frare. Los de la banda mataron a su hermano y fueron expulsados de la ciudad, pero en agosto de 1477 retornaron con ansias de venganza.

                Joan Frare se apostó secretamente en el arrabal con su gente, unos veinticinco hombres. Aguardaron a Sancho en un huerto durante tres días. Como no salía, alzaron alboroto y al acudir aprovecharon para atacarlo. Se acogió Sancho en una casa, pero los agresores irrumpieron y lo asesinaron.

                Los de la banda se refugiaron en el domicilio del tintorero Pere Xaron, cercano a la morería. Su posición fue atacada el domingo 27 de agosto por Joan d´Anyó con una cerbatana  o lombarda de hasta siete centímetros de calibre desde una torre derrocada del antiguo muro. Los de dentro dispusieron un palenque a modo de defensa, pero fueron implacablemente bombardeados hasta el día siguiente. Al final corrieron el riesgo de quemarse y pidieron rendirse. Para aplacar a los atacantes y conseguir que se les perdonara la vida, los canónigos y el clero intercedieron por ellos.

                Prometieron pagar todos los daños y se les encerró en la casa del obispo mientras tanto. La conmoción había determinado a intervenir a la ciudad de Valencia, que mandó una comisión en la que formó parte el maestre racional. Las autoridades locales les informaron de lo sucedido.

                Entonces Joan d´Anyó les entregó los prisioneros, que consiguieron zafarse de su encarcelamiento de la baronía del Puig, lo que alarmó enormemente a los valencianos, que el 27 de septiembre escribieron al rey. En una época de luchas por el poder en buena parte de la Península, los sucesos de Segorbe ocasionaron la alerta en la atenta Valencia.