DE LAS HUESTES MUNICIPALES A LA MILICIA DEL REINO. Por Víctor Manuel Galán Tendero.
El reino de Valencia se encontró amenazado a lo largo de los siglos XVI y XVII, primero por las incursiones de los corsarios de las regencias otomanas del Norte de África y más tarde por la de ingleses, neerlandeses y franceses. Además, las comunidades moriscas plantearon serios problemas de seguridad. Las huestes municipales, en aquellas circunstancias, podían verse desbordadas con facilidad, e importantes puertos podían verse gravemente amenazados.
Fueron estableciéndose progresivamente lazos de cooperación militar entre las distintas localidades del reino, en particular entre las vecinas. En agosto de 1532 una flota argelina de diecisiete galeotas se dirigió contra Cullera, a instancias de los moriscos de Alfàndec, acudiendo en su socorro el escuadrón del duque de Gandía y del conde de Oliva. No fue la única ocasión en la que los valencianos se las tuvieron que ver con el peligro llegado del mar, concertándose para combatirlo distintas medidas de ayuda. Así pues, Vinaroz fue asistida en 1545 con mil hombres de San Mateo y sus inmediaciones.
En vista de ello, se quiso poner en pie en 1597 una milicia de todo el reino de Valencia, cuyas plazas de armas eran Morella, San Mateo, Segorbe, Castellón, Sagunto, Alcira, Játiva, Onteniente, Alcoy y Orihuela. En tales puntos se dispondrían verdaderos arsenales. Su localización se alteró parcialmente en 1623, estableciéndose en San Mateo, Alcalá de Chivet, Onda, Sagunto, Alcira, Játiva, Cocentaina, Alcoy, Jijona y Orihuela.
Los cuarteles se erigieron en cabezas de sus respectivos distritos defensivos. En consonancia, el sector de San Mateo abarcaba la protección de Vinaroz, Benicarló y Peñíscola; el de Alcalá de Chivert, Torreblanca y Oropesa; el de Onda, la mayor parte de la Plana; el de Sagunto, desde el final de la Plana al Puig; el de Alcira, la Vall de Alfàndec, Cullera y Sueca; el de Játiva, el ducado de Gandía y el condado de Oliva; el de Cocentaina, el marquesado de Denia; el de Alcoy, de Moraira a Villajoyosa; el de Jijona, Alicante y Elche; y el de Orihuela, todo su tramo de costa. A veces, los valencianos también contribuyeron a defender Ibiza contra las naves neerlandesas, codiciosas de las salinas de la isla y de su posición estratégica.
En ayuda de todo este esfuerzo, la Generalitat dispuso de su propio arsenal. En la revista de 1625 de su casa de armas se encontraron unas 1.853 picas en buen estado, 680 lanzas, 5.917 morriones, 81 arcabuces sin necesidad de ser reparados, 34 escopetas y 1.044 mosquetes. Todavía se combatía al modo de los tercios, aunque el número y el estado de sus armas resultaban claramente insuficiente para defender un reino con tanto compromiso militar.
Para saber más.
Francisco Requena, La defensa de las costas valencianas en la época de los Austrias, Alicante, 1997.