EL CAMPO DE BATALLA ENTRE AL-AZRAQ Y SANT JORDI.

13.05.2016 16:58

                

                En 1276 Jaime I había conquistado, delimitado y organizado el reino de Valencia, pero su conquista pareció tan insegura como la de los cristianos del arruinado reino de Jerusalén cuando los benimerines intentaron expansionar su imperio desde el África del Norte hasta la península Ibérica. Tras el hundimiento del poder de los almohades, se habían convertido en la principal fuerza del Oeste del mundo islámico. Los problemas del emirato de Granada y la insatisfacción de las comunidades mudéjares de Valencia les brindaron un buen margen de maniobra. Se tenía que esperar la ocasión adecuada.

                Descontentos con su suerte, una parte de los repobladores cristianos se alzaron y los mudéjares se vieron amenazados. Encabezados por el alcaide de Montesa, pronto se hicieron con el control de varios puntos del Sur del primer reino valenciano. Hacia allí marchó un antiguo potentado musulmán del territorio, que años antes estuvo a punto de hacer caer en una emboscada al mismo rey conquistador, Al-Azraq, el bravo capitán tan ponderado por la moderna historia.

                En las montañas del Norte de la actual provincia de Alicante las villas de Alcoy y Cocentaina se encontraban casi aisladas en una importante ruta de acceso, la de la antigua vía romana. Sus vecinos estaban acostumbrados a batallar y era frecuente que formaran compañías de aventureros que se aprestaban a tomar cautivos que eran vendidos en los mercados de esclavos. Estaban autorizados para tratar así a los musulmanes enemigos, los de la buena guerra, pero no a los que habían permanecido fieles a sus acuerdos con el rey don Jaime, una línea que cruzaron a menudo con escasos escrúpulos.

                En esta atmósfera de intensa violencia, la de los almogávares, irrumpieron las tropas dirigidas por Al-Azraq, que cayó cuando pretendía expugnar Alcoy. Se atribuiría tan singular resultado al mismo Sant Jordi. Los animados cristianos se lanzaron contra los invasores, que les tendieron una emboscada en un punto cercano, el que sería llamado como el barranco de la Batalla, donde fenecieron las ansias de aventura y riqueza de varios repobladores.

                A finales de agosto de 1276 el infante don Pedro de Aragón llamó a todos los que tuvieran bienes en Cocentaina a residir y hacer honor a sus compromisos de defensa de la villa. Hasta 1278 el conflicto abrasaría las tierras fronterizas valencianas, de agitada vida. Hoy en día la conmemoración alcoyana de la aparición de Sant Jordi recuerda con la afabilidad de la fiesta aquellos crudos acontecimientos.