EL DESEO DE DOMINAR TIERRAS VALENCIANAS. Por Víctor Manuel Galán Tendero.

12.03.2023 13:08

 

                A la altura de 1223 no estaba nada claro que la Corona de Aragón fuera a imponerse al poderoso imperio almohade. Tras la muerte de Pedro II en la batalla de Muret, su joven hijo Jaime se enfrentaba a un futuro incierto, en el que más de un noble le disputaba el poder.

                Sus primeros años de reinado resultaron ser bastante duros. Uno de los que se pusieron a su lado fue Blasco de Alagón, un experimentado guerrero y político. Frente a otros, apostó por la causa del joven monarca.

                Las dificultades internas no eran privativas de la Corona de Aragón, pues también los almohades se encararon a serias turbulencias. La autoridad de su califa fe desobedecida por más de un valí, como el de Murcia en 1224. El de Valencia no secundó su rebelión, y las noticias de tales luchas llegaron a tierras cristianas.

                Jaime I hizo un primer movimiento contra la fortificada Peñíscola en 1225, que concluyó en fracaso. Los almohades todavía conservaban buena parte de su poder, y a nivel local los musulmanes tenían gran capacidad de resistencia.

                La conquista de Al-Ándalus distaba de ser sencilla, y Jaime I la confió a fuerzas locales, diestras en las luchas fronterizas. Más que en los municipios o en las órdenes militares, lo hizo en magnates de su preferencia, como el mismo Blasco de Alagón.

                El 14 de julio de 1226, en recompensa de sus gracias y servicios, don Jaime le concedió una posibilidad tan tentadora como costosa. En régimen de libertad e inmunidad, con la posibilidad de transmitir en herencia, le otorgó todos los castillos y localidades que ganara a los musulmanes. También sus gentes le quedarían sometidos.

                Todo ello era más fácil de escribir que de cumplir, pues hasta 1232 no se conquistó Morella. Mientras tanto, las fuerzas de Jaime I se dirigieron contra Mallorca en una ambiciosa operación. La conquista de Valencia no se antojaba nada sencilla por aquel entonces.

                Fuentes.

                María Desamparados Cabanes, Documentos de Jaime I de Aragón, Tomo I, Valencia, 1976.