EL DIEZMO Y LA EXPULSIÓN DE LOS MUDÉJARES.

07.11.2016 09:32

                

                La conquista de Al-Andalus comportó en varias regiones la expulsión de una manera u otra de la población precedente por las nuevas autoridades. Los musulmanes podían ser un peligro, pero también una fuente de beneficios en forma de exacciones tributarias, pese a que se pretendieran moderar los impuestos en los pactos de capitulación a los que se acogieron algunas comunidades islámicas, fundamento del mudejarismo.

                Los distintos reinos cristianos de Hispania tuvieron población mudéjar, pero el caso de la Corona de Aragón, y más concretamente el del reino de Valencia, siempre ha llamado particularmente la atención a los investigadores. En algunas comarcas valencianas, como los Serranos o el valle de Ayora, tuvieron una notable importancia los musulmanes sometidos al poder cristiano.

                Jaime I tuvo que enfrentarse después de su entrada en la ciudad de Valencia a distintos movimientos de oposición musulmana, a mitad de camino entre la conquista y la insurrección mudéjar. Poco antes de morir en 1276 tuvo que tomar las armas por tal motivo. En más de una ocasión se planteó la expulsión de los musulmanes de sus dominios para evitar estas amenazas a su nuevo reino, pero al final se impusieron los argumentos señoriales que valoraban la cuantía de las rentas aportadas por los mudéjares, máxime teniendo en cuenta que los cristianos no acudían en el número deseado a las nuevas tierras ni se mostraban complacientes a la hora de aceptar ciertas condiciones.

                El obispo y el cabildo de la catedral de Valencia criticaron con acritud a la Orden de San Juan del Hospital en 1241 por permitir la religión musulmana en sus dominios de Torrente, Silla y la mitad de Cullera. A los motivos religiosos se sumaron otros económicos, de gran peso. Los hospitalarios obtenían de tales tierras unos 20.000 sueldos de beneficio, pero se negaban a satisfacer el diezmo al obispado valentino.

                En la Hispania coetánea el pago del diezmo a las autoridades episcopales distó de ser sencillo y amable. La presencia de labradores musulmanes hurtaba la posibilidad del pago. No resulta nada extraño que entonces el obispo de Valencia se mostrara favorable a la expulsión. Como muy bien apunta Pierre Guichard por la pequeña alquería de Borbotó obtenía 100 sueldos al año en 1263 y por el extenso término de Pego poblado por musulmanes mayoritariamente solo 600, muy poco en comparación. La razón económica tuvo aquí su influjo en el sentimiento religioso.