Al comenzar el reinado de Felipe IV, España era todavía un poderoso imperio. Sus tropas libraban combates en distintos campos de batalla, pero sus fuerzas se iban agotando. Conseguir soldados y vituallas se hacía cada vez más difícil, y los ministros de la Monarquía tuvieron que confiar cada vez en los poderosos locales para lograrlos.
Los del reino de Valencia también se vieron solicitados por tales requerimientos. El prohombre de Orihuela y alcaide de Guardamar don Pedro Masquefa debía arbolar una bandera allí y alzar una compañía de cien infantes en 1638.
Sin embargo, las esperanzas pronto se vieron ensombrecidas. El mismo virrey de Valencia advirtió al Consejo de Aragón de los delitos y cohechos cometidos por aquél en las salinas de La Mata.
Don Pedro había inquietado a los capitanes de las naves que iban a cargar sal al lugar. Al baile de Orihuela lo amenazó con su pistola y el regente de la asesoría de la bailía lo condenó a seis años de servicios militares en Orán y a pagar doscientas libras.
En vista de tal sentencia, aquél se ausentó. Se daba también la circunstancia que carecía de la hacienda suficiente para asoldar la compañía prometida, reduciéndose a cuarenta el número de soldados que podía alzar. Las bases del imperio eran, por fuerza, frágiles.
Fuentes.
ARCHIVO DE LA CORONA DE ARAGÓN.
Legajos, 0584, nº. 006.