EL HISTÓRICO ARRABAL DE SAN ANTÓN. Por Víctor Manuel Galán Tendero.

16.01.2022 23:00

               

                En 1586 los dominicos se establecieron inicialmente en una ermita alicantina consagrada a San Antonio Abad, donde hoy en día se emplaza la calle Díaz Moreu. Tal hecho ha venido considerándose el arranque del arrabal de San Antón, una de las áreas más conocidas de la ciudad de Alicante. Las laderas del monte Benacantil, el barranco de Canicia y el camino de Alcoy delimitarían su área territorial.

                Entre 1599 y 1602, asimismo, se establecieron los capuchinos, grandes devotos de San Antonio de Padua, cuyo convento quedaría aislado al Norte del área posteriormente. El deán Vicente Bendicho le adjudicó en su obra unas cincuenta casas hacia 1640. Contaba por entonces con distintos depósitos de esparto, elocuentes de la dedicación mayoritaria de sus gentes, la agricultura y la artesanía rural, pues el arrabal se emplazaba a extramuros de la puerta de la Huerta, cercana al Benacantil. Un lugarteniente del justicia de la ciudad se encargó de mantener el orden allí.

                Como el hospital de San Juan se quedó en 1665 estrecho e inadecuado ante un brote epidémico, se propuso establecer un nuevo edificio asistencial, bajo la misma advocación, en el área del arrabal de San Antón. En 1686 se encareció su edificación, financiada por un derecho comercial de ocho dineros por libra, a pesar de la resistencia de los mismos religiosos de San Juan de Dios.  

                En la primera mitad del siglo XVIII, ya pasada la Guerra de Sucesión, la población de las tierras valencianas continuó el crecimiento de finales de la centuria anterior, y en ciudades como Alicante se plantearon reformas y ampliaciones de su trama.

                En diciembre de 1748, sus autoridades se enfrentaron a importantes problemas de salubridad, comodidad y seguridad, especialmente en las áreas urbanas más ocupadas de intramuros, pero también en arrabales como el de San Antón.

                En el mismo arrabal, pues, se quiso trazar un espacio con mejores condiciones para su vecindario. Primero se encomendó al maestro albañil Francisco Asensi que inspeccionara el terreno. Más tarde, el padre mercedario Ambrosio escribió el correspondiente memorial de obras.

                El trazado regular del viario fue el escogido. Se proyectó frente al Hospital una plaza de unos cincuenta metros de amplitud para evitar todo apiñamiento contrario a la salud. La nueva plaza, además, trazaría un ángulo con las casas del tratante Juan Sánchez hasta el portal de la Santa Faz.

                Asimismo, se proyectaron dos nuevas calles, una con más de nueve metros de ancho, y la otra con menos de cinco, próxima a las casas de la cantereria o alfarería. Esta última tenía salida al camino de los Capuchinos, donde se emplazaría más tarde la calle de San Vicente. Entonces ya tenía unos cuantos álamos, reservados a la intendencia de Marina.

                Con unas 772 casas, el arrabal acogió en 1752 el pósito de cereales de la ciudad, coincidiendo con la finalización del hospicio de la Casa de la Misericordia, de la que se cedería parte en 1801 para levantar la Fábrica de Tabacos.

                Durante la guerra de la Independencia, en 1810, se ordenó por razones de seguridad la demolición de gran parte del arrabal, que sería reconstruido en las décadas siguientes con pautas ya establecidas anteriormente. El arrabal de San Antón fue, en suma, lugar de agricultores, de asistencia social y de cigarreras a lo largo de la Historia, capaz de resugir como un ave fénix.

                Fuentes.

                ARCHIVO MUNICIPAL DE ALICANTE.

                Libro de cabildos de 1748, 9-38-0/0.

                Bibliografía.

                Emilia Mª Tonda, La ciudad de la transición. Población, economía y propiedad en Alicante durante el siglo XIX, Alicante, 1996.

            

                Imagen del convento de los Capuchinos, según la Crónica de Viravens.