EL JÚCAR Y EL TRASLADO DE MADERA DESDE UTIEL Y REQUENA. Por Víctor Manuel Galán Tendero.

02.11.2024 15:31

           

 

            Los ríos nos dispensan mucho a los seres humanos. Han sido y son vías de comunicación en numerosas ocasiones. Las aguas del Júcar han servido para trasladar desde hace siglos importantísimas cargas de madera con destino a las poblaciones del litoral valenciano, y ya a 22 de marzo de 1260 Jaime I de Aragón otorgó exención de peaje y lezda para su transporte por tal río a los hombres de Utiel, entonces castellana. En verdad, se proseguía una práctica seguida en tiempos islámicos, que las nuevas fronteras de las coronas hispano-cristianas no cortaron. La venta de una madera necesaria en ciudades como Valencia era un recurso inestimable para las gentes del interior castellano.

         Se crearon asociaciones de vendedores de madera, en consecuencia, como la formada por Martín Domingo con otros de Utiel. La crecida del Júcar había arrastrado fatalmente su carga o cabaña de palos y troncos, que algunos ribereños aprovecharon para quedarse con madera ajena. Deseoso que el suministro no padeciera inconvenientes, Alfonso IV de Aragón advirtió a sus oficiales el 22 de enero de 1329 a que instaran a los particulares a declararlas en diez días. A 11 de mayo de 1332 otra compañía, la formada por el vecino de Moya Pascual Pérez y el de Requena Egidio Martínez, recurrió a aquel monarca para evitar daños a sus maderas por parte de los fieles de Felipe de Boyl en Xirell y Cortes.

                El negocio de la madera atrajo cada vez a más interesados, y el vasallo del poderoso infante don Juan Manuel Sancho Buesa se asoció con Gonzalo Martínez de Requena y Domingo Vicente de Cuenca. Fueron capaces de poner en circulación importantes cabañas de maderas de carrasca y de pinos donceles. Sin embargo, su paso por el Júcar dio pie a serios incidentes. El acequiero de Alcira Tomás Marzo les tomó cien maderas por los daños que pudieran ocasionar en el azud de la localidad. El señor de Tous Pedro Zapata también les decomisó otras ciento veinte más por los males causados en sus puentes, Felipe de Boyl no se privó de tomarles treinta en su dominio de Cortes y la comunidad mudéjar de quince a veinte. No queda claro si hubo algo más que resarcimiento de daños, pero los asociados estuvieron convencidos que habían sido privados de sus maderas por codicia. Interpusieron una querella al rey Pedro IV de Aragón, que el 29 de mayo de 1340 ordenó a su lugarteniente de procurador en el reino de Valencia a proceder. La carga del Júcar era demasiado valiosa.

               Fuentes.

                ARCHIVO DE LA CORONA DE ARAGÓN.

                Cartas reales, 164r- 164v y 678r-679v. 

                Real Cancillería, Registro 11 (196v-197r) y 454 (25-26r).