EL MARQUÉS DE VILLENA DON ALFONSO Y LA CIUDAD DE VALENCIA.

17.10.2015 13:31

 

                En 1366 don Alfonso de Aragón y Foix recibió de don Enrique de Trastámara el estratégico marquesado de Villena. Perteneciente a la familia real aragonesa, también fue conde de Ribagorza y de Denia. Antes de fallecer aspiraría al trono de Aragón tras la muerte de Martín I sin descendientes varones directos.

               

                Don Alfonso el Viejo fue señor tanto en la Corona de Aragón como en la de Castilla, lo que a veces le ocasionó inconvenientes, aunque también tuvo sus indiscutibles ventajas. La ciudad de Valencia se mostró obsequiosa con él para conseguir su favor.

                El estado de tensión entre Enrique II de Castilla y Pedro IV de Aragón provocó importantes perjuicios, ya que las relaciones económicas castellano-aragonesas eran muy estrechas. El 20 de septiembre de 1374 don Alfonso avisó a la ciudad de Valencia de la expulsión de los ganados aragoneses de sus dominios, incluyéndose el marquesado de Villena. Del 30 de octubre de 1374 al 2 de enero de 1375 el marqués informó del estado de las negociaciones y del peligro de ruptura militar a los valencianos. El primero de junio de 1375 el enviado de Valencia Pere Marrades impetró su protección ante la corte castellana.

                Esta cordialidad se transmitió a otros temas. El 26 de septiembre de 1374 atendió la solicitud de puesta en libertad del hijo del tejedor valenciano Miquel Salars, preso en Villena. También complació el paso de grano con destino a las clarisas del monasterio de la Puridad el 27 de noviembre del 74.

                Don Alfonso recibió en 1380 de Pedro IV la lugartenencia del reino de Valencia, agitado por las luchas de bandos. Entre junio y diciembre de aquel año las buenas relaciones entre el marqués y la ciudad valenciana se deterioraron. Don Alfonso no accedió a convocar la reunión contra los bandos en Valencia, negándole su preeminencia de Cap i Casal. El 27 de febrero de 1381 se le negó la entrada a la ciudad hasta que no llegara el infante don Martín. Sólo podría protegerse con una escolta armada normalmente, sin el seguimiento de compañías militares.

                Más tarde, en 1391-2, se le reclamó su presencia en tierras valencianas ante el peligro que la violencia anti-judía se tradujera en nuevos brotes contra las comunidades mudéjares del reino. Las relaciones entre ambos poderes, el del marqués y el de la ciudad, fueron tan estrechas como contradictorias.

                Fuentes: CABANES, María Luisa, Correspondencia entre el Consell” de Valencia y las tierras alicantinas en el siglo XIV, Alicante, 1996, pp. 102, 103, 105, 109, 119, 136, 137, 147 y 153.