EL PARTICULARISMO VALENCIANO EN LAS CORTES GENERALES DE MONZÓN.

13.02.2016 16:19

                

                El 5 de agosto de 1435 la armada del rey Alfonso de Aragón fue batida en Ponza por la genovesa dirigida por Biagio Assereto. El propio monarca, sus hermanos los infantes Juan y Enrique y varios nobles aragoneses cayeron prisioneros. La asediada Gaeta se salvó, la causa aragonesa en el reino de Nápoles sufrió un duro golpe y los reinos hispánicos de Alfonso se encontraron en una delicada situación.

                El monarca había ido a parar a manos del duque de Milán, que a cambio de su rescate exigió la fabulosa suma de 30.000 ducados. La reina María de Castilla no tuvo más opción que convocar el 15 de octubre Cortes Generales en Monzón para conseguirla.

                Los reinos hispanos de la casa de Aragón, conocidos bajo la denominación de Corona a partir del siglo XVI, mantuvieron entre sí estrechas relaciones, pero cada uno mantuvo su personalidad jurídica y política bajo la monarquía y sus servidores. La cooperación mutua no estuvo exenta de controversias.

                En el primer tercio del siglo XV el principado de Cataluña había reducido su peso en relación a Aragón y Valencia, reino que había ido ganándolo. Algunos historiadores han apuntado al menor impacto de las epidemias de peste en relación a una Cataluña más poblada y colonizada. Las tensiones campesinas también parecían menores en una Valencia cada vez más atractiva para los comerciantes y financieros.

                Por aquel tiempo el particularismo valenciano se había afirmado. El patriciado de la capital reclamó con vigor los beneficios eclesiásticos para sus naturales frente a aragoneses y catalanes. Fray Antoni Canals empleó ya la expresión de lengua valenciana en sus obras.

                

                El 15 de noviembre se abrieron las sesiones de Monzón, pero antes la reina tuvo que encararse con una reclamación.

                Desde los brazos o estamentos del reino valenciano se le pidió que fueran los mensajeros de la ciudad de Valencia los que tomaran la palabra tras los de Zaragoza, en lugar de los de Barcelona. Se trataba de una cuestión que venía coleando desde las Cortes Generales de 1362-63, también celebradas en Monzón.

                En su reclamación los valencianos se apoyaron en el orden de prelación de los títulos reales, en el que el de rey de Valencia se anteponía al de conde de Barcelona.

                La petición fue impulsada especialmente por el patriciado de la ciudad de Valencia, la capital que mantenía con el resto de su reino una relación paternalista, con momentos de cordialidad y de enconamiento. Lo cierto es que poner de acuerdo a aragoneses, valencianos y catalanes en las Cortes Generales no fue una tarea sencilla y una vez liberado el rey, se reunirían por separado para obtener el dinero con el que proseguir la guerra por el dominio napolitano.