EL PLAN DEL ARTILLERO INGLÉS QUE SALVÓ LA ALCIRA AGERMANADA.

10.04.2016 16:22

                

                La guerra de las Germanías fue pródiga en todo tipo de lances guerreros. Los agermanados no se arredraron a la hora de empuñar las armas contra los caballeros y el reino de Valencia conoció una cruenta guerra civil.

                Tras la entrada de los realistas en la capital valenciana todo parecía perdido. Era cuestión de tiempo que los agermanados terminaran rindiendo sus últimos reductos. Murviedro, la Sagunto de hoy, así lo hizo y quizá Alcira y Játiva siguieran el mismo camino. En Castilla los comuneros aguantaban a duras penas en Toledo.

                Se escogió Alcira, donde la causa del virrey solo contaba con la simpatía de dos jurados y dos canónigos de Valencia. Según Rafael Martí de Viciana, Alcira estaba vacía de partidarios del virrey, que el 17 de noviembre de 1521 envió un emisario o rey de armas que intimara a la capitulación.

                Los agermanados la rechazaron y se prepararon para resistir. Las fuerzas virreinales se componían de las huestes de magnates como el conde de Cocentaina o el marqués de los Vélez. Cuando llegaron a Sueca aguardaron a las naves que habían zarpado desde el grao de Valencia y tendieron un puente para cruzar el río Júcar. Bien provistos de artillería, sentaron sus reales en el arrabal de San Agustín, bien dispuestos a castigar con sus tiros a Alcira.

                Los agermanados locales tenían por su capitán general a un tal Iñigo, a Lorenzo Peris por su capitán de mozos y solteros y la ayuda del capitán de aventureros Perico Espinochi. A esta heterogénea tropa de descontentos locales y forasteros disidentes, digna de una ciudad revolucionaria de la Europa de su tiempo, se sumó un artillero inglés, de cuyo nombre nada dice Martí de Viciana.

                Hombre experimentado, supo animar la resistencia de Alcira con un consistente plan defensivo. Los cercados cavarían una trinchera a lo largo del río y dispararían desde ella sus escopetas bien cubiertos.

                Los del virrey comenzaron a caer en esta batalla de posiciones y en vez de sacrificar inútilmente soldados prefirieron abrir fuego con su artillería. Consiguieron derruir las torres del puente, pero los cercados cubrieron la brecha con esportones de tierra. El certero disparo contra la campana de Santa Catalina indignó sobremanera a los agermanados.

                En Alcira consiguieron entrar los mil hombres de refuerzo mandados por la también agermanada Játiva. Los del virrey se lanzaron entonces con furia al asalto de la puerta del puente, pero fueron rechazados. En el reconocimiento nocturno de su artillería cayó muerto el alcaide de Chinchilla Gabriel de Guzmán. Alcira se resistía.

                A los dieciocho días de asedio se alzó el cerco y los del virrey fijaron su atención en la toma de Játiva, a la que creían más practicable que la Alcira que había adoptado el plan del artillero inglés.