EL REINO DE VALENCIA EN LA DEFENSA CONTRA EL IMPERIO OTOMANO (1565-71).

04.11.2015 22:16

                Entre el asedio de Malta en 1565 y la batalla de Lepanto en 1571, la Monarquía hispánica se enfrentó a la insurrección de los moriscos del reino de Granada a la par que a la amenaza otomana. En esta comprometida situación Felipe II intensificó su atención hacia el frente mediterráneo, aunque el estallido de los Países Bajos se evidenció más que preocupante por aquellas fechas.

                

                El rey se dirigió con relativa frecuencia al virrey y capitán general de Valencia don Antonio Alfonso Pimentel, conde de Benavente, para hacerle partícipe de sus informaciones y en cierta medida de sus preocupaciones.

                El reino valenciano contaba con gentes capaces de defenderse con bravura de las incursiones berberiscas, la punta de lanza de los otomanos en el Mediterráneo Occidental, aunque la presencia en distintos sectores de importantes comunidades moriscas le restaba a veces solidez defensiva.

                En varios puntos de la costa valenciana, como Altea, las naves berberiscas fondeaban con la complicidad de los moriscos, que a veces guiaban sus incursiones y otras escapaban en ellas con destino al Norte de África, lo que creó una verdadera psicosis en varios lugares de cristianos viejos, temerosos de caer bajo los enemigos.

                Para prevenir tales acciones la Generalitat valenciana puso en pie de la mejor manera que pudo una red de torres de vigía con la ayuda de varios municipios, que también movilizaron en caso de necesidad sus huestes o milicias en situaciones de alarma. La cooperación entre los lugares vecinos y las precauciones intentaron compensar la falta de velocidad de algunas respuestas ante las incursiones otomanas, dada la carencia de buena caballería e incluso de verdaderos caballeros en distintos puntos.

                Evidentemente el rey también se interesó en la defensa del reino de Valencia. Ordenó a sus representantes la visita o inspección de las oportunas obras. En ocasiones destinó socorros de su patrimonio, como en el estratégico castillo de Bernia en la zona de la Marina en junio de 1568. Desde aquel saliente del reino de Valencia se supervisaba otra tierra hispánica castigada por las incursiones berberiscas, Ibiza.

                

                Durante la estación favorable a la navegación en aguas mediterráneas todas las noticias sobre los movimientos de las naves otomanas eran pocas, máxime en aquella época de comunicaciones complicadas. Las nuevas llegadas del reino de Nápoles tuvieron siempre un gran valor y en agosto de 1569 se previno al virrey de Valencia de la concentración de la armada turca en el canal de Corfú. Las redes de información de la orden de Montesa, extendidas al África Septentrional, tampoco permanecieron ociosas. Su maestre tuvo constancia aquel mismo mes de la llegada a la plaza de Argel de once navíos enemigos, lo que quizá fuera el prolegómeno de algún movimiento ofensivo contra Valencia, previniéndose igualmente a la vecina Cataluña y a la vital Cartagena.

                En las comunicaciones entre Madrid y Valencia el marquesado de Villena y localidades como la entonces castellana Requena tuvieron un evidente protagonismo. En julio de 1569 se ensayó una defensa menos terrestre y no tan apegada a la línea de costa del reino valenciano. Hombres como don Pedro Ferrer alzaron en nombre del rey fuerzas militares. Se pensó disponer de unos 600 soldados valencianos con destino a las galeras mediterráneas ante los preocupantes avisos de Sicilia. Mientras tanto, el brote rebelde de los moriscos de la Vall d´Uixó añadió nuevas preocupaciones e incertidumbres. No resulta nada extraño que la victoria de Lepanto fuera celebrada con alborozo por muchos pueblos valencianos.

                Fuentes: Archivo Histórico Nacional; Sección Nobleza, Casa de Osuna; C. 419, D. 39, 201 y 265.