EL REY DON JUAN SE ENFRENTA CON EL MAESTRE DE MONTESA. Por Víctor Manuel Galán Tendero.
La orden de Montesa tuvo una gran relevancia política y militar en el reino de Valencia, más allá de la simple defensa de sus fronteras. Durante la guerra de la Unión, prestó una gran ayuda a Pedro IV el Ceremonioso, que también la requirió para enfrentarse contra los castellanos de Pedro I o sus opositores sardos. Aun así, la relación entre la corona y la orden distó de ser idílica, especialmente durante el Cisma de Occidente, iniciado en 1378.
La elección como maestre de Berenguer March en 1382 hizo montar en cólera al autoritario Pedro IV, al que no plació tal decisión. Llegó a enviar un ejército contra la misma Montesa, pero al final se tuvo que conformar con don Berenguer, que ejerció como maestre hasta su fallecimiento en 1409.
Las relaciones también acusaron sobresaltos bajo su hijo Juan I, el rey cazador amador de la gentileza que ha merecido una imagen mucho menos dura que la de su padre don Pedro entre los historiadores. Lo cierto es que también se encontraba necesitado urgentemente de fondos para dominar Cerdeña, pues armar galeras y disponer ejércitos costaban sus buenos dineros. El matrimonio de su hija Yolanda con Luis II de Anjou, rey titular de Nápoles, suponía mayores desembolsos monetarios.
En vista de ello, prolongó el 8 de julio de 1393 a las villas del Maestrazgo de Montesa por veintiséis años las sisas o impuestos indirectos para el mantenimiento de sus torres, muros y fosos. Tal fuente de renta, que se prometía sustanciosa, se podía arrendar o alienar, según el criterio de las autoridades locales, y ya había demostrado su utilidad en las campañas mediterráneas de la Corona de Aragón del primer tercio del siglo XIV.
Aunque villas como San Mateo formaban parte del señorío del Maestrazgo, tenían sus propias autoridades y su autonomía, que la misma Orden debía de respetar legalmente. Consciente que las sisas iban a destinarse al tesoro real, el maestre March las desautorizó. Llegó a impedirlas en San Mateo.
Consideradas las sisas una regalía, Juan I se mantuvo firme desde Tortosa el 20 de octubre de 1393. El 13 de agosto de 1394 advirtió en términos enérgicos al maestre y el 22 de junio de 1395 ganó la partida, recordando su derecho de imponer sisas según los usos de la ciudad de Valencia. La Orden tuvo que resignarse a aceptar la autoridad de la monarquía.
Fuentes.
ARCHIVO DE LA CORONA DE ARAGÓN. Cancillería, Gratiarum 22, registros número 1911.