EL SISTEMA DE ALARMA DE LAS MARINAS VALENCIANAS. Por Víctor Manuel Galán Tendero.

15.07.2025 10:48

              

               La extensión del litoral del reino de Valencia, sus marinas, ocasionó un sensible problema de seguridad. Fuerzas enemigas podían desembarcar con sigilo en algún punto sin la debida protección e iniciar un ataque contra una desprevenida localidad cercana. Las embarcaciones ligeras de los corsarios norteafricanos, las llamadas fustas, aprovechaban a placer tal circunstancia, consiguiendo botín y cautivos.

               El reino de Valencia no desplegó una armada comparable a la de sus oponentes, pero sí organizó un importante sistema de defensa desde la Baja Edad Media, con huestes locales y sistemas de vigilancia y aviso.

               Desde el reino de Mallorca, en estrecho contacto comercial con el Norte de África, llegaban sustanciosas noticias, que sus autoridades compartían con las de la ciudad de Valencia. A mediados de agosto de 1392 se dio aviso del peligro, y los jurados valencianos tomaron distintas provisiones.

               Además de dirigirse por carta al marqués de Villena para que apercibiera la defensa de sus dominios valencianos, también avisaron a las autoridades de Cullera, Murviedro y Almenara. Se dispuso una cadena de puntos que notificaran con celeridad cualquier novedad. En la ermita de la montaña de Cullera se aprestaron cuatro vigías nocturnos y dos atalayas o puestos de vigilancia de día. El cimborio de la catedral de Valencia también sirvió en aquella ocasión como uno de esos puntos.

               De no avistarse ninguna nave enemiga, los vigilantes deberían encender una hoguera al atardecer. En caso de peligrosa novedad, se harían por la noche tantas hogueras como naves se avistaran y de la misma forma señales de humo durante el día. La sensación de inseguridad era grave, y con el tiempo la Diputación del General correría con los gastos de las torres defensivas de las marinas del reino.

               Fuentes.

               Archivo Municipal de Valencia, Lletres missives, g-3/5, fol. 139v-140r.