EL VALIOSO PUERTO DE DENIA. Por Víctor Manuel Galán Tendero.
El crítico siglo XVII asistió a una importante expansión comercial a impulso de los nuevos gustos de la sociedad europea. Los ataques corsarios no lo frustraron en el Mediterráneo occidental, y desde puertos como el de Denia se exportaron importantes cantidades de pasa, uno de sus productos más cotizados desde la Edad Media.
Su puerto resultaba de vital importancia. Por ello, sus autoridades mandaron en mayo de 1680 un memorial al Consejo de Aragón sobre su conservación. Tal activo combatiría el peligro de despoblación de una localidad acosada por los acreedores, por deudas del valor de cuatro mil ducados.
Desde 1649, coincidiendo con el de la reina Mariana de Austria (madre del enfermizo Carlos II), las enfermedades también habían mermado su población, con la consabida disminución de rentas en tiempos de imparables cargas militares.
La carencia de limpieza del puerto impedía por entonces la entrada de las galeras y de otras embarcaciones menores. Por ello, la ciudad de Denia solicitó imponer 16 dineros por quintal de pasa embarcado en su puerto y a seis leguas a su alrededor. Los virreyes lo cobraron hasta 1649 para sus gajes, cuando la ciudad solicitó su cese.
Se calculó que podía gravar un promedio de 30.000 quintales de pasa al año, por valor de 20 reales castellanos por quintal. Por tanto, se ganarían 600.00 reales anuales o 60.000 libras valencianas.
Para asumir el gasto de los 16 dineros, los compradores de pasa deberían dedicar 2.000 de las 60.000 libras de ganancia. Es cierto que perjudicaría la recaudación del peaje, leuda y quema por 250 reales, y los de la Diputación del General por 1.500 reales. Sin embargo, se estimaron como sumas modestas. Además, el peaje y la leuda no se cobraban sobre los quintales de pasa. Los arrendadores no se verían perjudicados: los vendedores terminarían pagando el derecho, pero los comerciantes terminarían desquitándose en sus ganancias.
Importaba mucho preservar el puerto de Denia, pues favorecía el movimiento comercial con el puerto de Valencia. Su posición era estratégica en el golfo de Valencia frente a los corsarios argelinos. Por ello, las cuatro galeras de Denia tuvieron gran importancia militar y se estimaba que podían servir para dar acomodo en el servicio real a los numerosos bandidos de tierras valencianas, que se antojaban imbatibles.
Denia, finalmente, consiguió su propósito en 1682, pero todavía en los años siguientes se estimaría que quedaba muy lejos del potencial que podía alcanzar.
Fuentes.
ARCHIVO DE LA CORONA DE ARAGÓN.
Consejo de Aragón, legajos 0557, nº. 029.